jueves, 30 de diciembre de 2010
Hasta siempre, "Señora Eva".
martes, 14 de diciembre de 2010
¡Hurray for Chile!
Este año empezó fuerte y esta terminando de igual forma. Ha sido un año de mierda para muchos, un año glorioso para otros (como el que viste la banda presidencial). Un año lleno de sorpresas, malas y buenas, lleno de un nacionalismo estúpido, melancólico, desesperado. Lleno de un sentimiento que no tiene lógica pero que a todos nos gusta, que nos llega a lo más hondo, que se porta como una droga y que por cierto, tiene a muchos adictos.
El papelito de los 33, el pararse del terremoto y el presidente diciendo una y otra vez lo fuertes que somos. ¿Es que nadie se da cuenta de que somos más que nunca una colonia ideológica de Estados Unidos?
Creo que este año, más allá de ser duro en cuanto a lo que nos pasó, ha sido duro para quienes ven cómo nos hemos convertido en algo sin identidad. Ese orgullo, ese pecho hinchado cuando vemos la bandera y nos dicen lo unidos y fuertes que somos no es sino una parte de un circo que sirve para sedar al pueblo.
Este 2010 no ha sido un año digno del bicentenario. Se supone que debieramos sentirnos chilenos por otras cosas. Chilenos por saber enfrentar la adversidad en el refugio de nuestra típica humildad, chilenos por saber callar el dolor en beneficio de hacer que los otros se sientan mejor, no para que "el mundo vea lo que es Chile".
El Chile de hace unos cuantos años no sabía de la "chilean way" ni de mostrarle al mundo nada más que no fuera la calidez que somos capaces de dar. ¿Por qué nos quitan ese derecho? ¿Por que nos quieren hacer amigos de mostrar lo que somos con el afan de ser algo "superior"?
No señores, no somos superiores, no somos especiales. Somos lo que somos. Un pueblo tranquilo, ovejudo, dispuesto a seguir (o aguantar) a un presidente aunque no nos guste, dispuestos siempre a poner la otra mejilla mientras no se metan con la mejilla del otro.
De eso tenemos que sentirnos orgullosos. De ser humildes, sencillos, callados pero activos cuando se necesita que lo seamos. No caigamos en la estupidez de creenos gringos. No caigamos en la niñería de querer ser como otros. No somos los europeos de Sudamérica, ni cercanos o parecidos a Estados Unidos. No lo somos. Somos Chile. Por favor, sigamos siéndolo.
Este 2010 ha estado lleno de tácticas cebollas por parte de los políticos, de intereses bajos, ordinarios y calculados. Ha sido un 2010 de rotos de cartón, de los que se sienten más chilenos por quedar más llenos de alcohol en las venas cuando celebramos las fiestas patrias (aunque prefiero eso antes que la "Paris parade"), un año en que lo único que nos ha faltado es hacer una película en que una catástrofe afecta al "mundo", pero se ve sólo en nuestro país y somos nosotros- obvio- los que salvamos la situación.
No seamos así. Sigamos siendo lo que éramos, los tipos tranquilos de América del Sur, los que hacemos las tareas, a veces mal, a veces bien, pero las hacemos. Si vamos a imitar algo de afuera, que sea lo bueno, la solidaridad de verdad, esa que mostró Bolivia cuando nos dio agua o cuando hicieron una teletón para nosotros por el terremoto. Uno de los países más pobres de Sudamérica nos ayudó ¿Y nosotros? Dale con la manía de imitar el modelo de un país "desarrollado".
¿Qué va a venir después? ¿Un presidente negro? Mejor sería uno mapuche. Pero ellos no nos sirven, porque los mapuches son feos, son sucios, son ignorantes, ellos no son chilenos...¿verdad?
El año del bicentenario, de los 200 años como república independiente, y seguimos teniendo deudas históricas con nuestros aborígenes- que no son sólo los mapuches por cierto-. Seguimos violando la Isla de Pascua, talando bosques en bien "del progreso" y sintiéndonos chilenos porque una bandera rajada y llena de barro salió en el New York Times.
Seguimos emocionándonos cuando el nombre de nuestro terruño aparece al rededor del mundo, cuando el presidente habla y muestra un papelito frente a la mafia de la ONU, cuando un minero grita el "ceacheí" en Hollywood. ¿Eso es ser chileno? ¿Eso es el espíritu del bicentenario? Si es así, no quiero sentirme chileno.
Si la identidad del país va a depender de la ignorancia y la pelotudéz colectiva, entonces me resto de la fiesta. No, gracias. No quiero el circo a lo gringo, no quiero mostrarle al mundo lo fuertes que somos por aguantar "el quinto terremoto más fuerte de la historia" ni sentirme orgulloso porque en japón hablaron de un rescate en el que participaron personas de todo el mundo pero que queremos hacer aparecer como que fue algo netamente chileno.
Si a ustedes les gusta la idea de enorgullecerse por alguna de las cosas que nombré, alla ustedes. Yo me siento orgulloso de las mujeres que crian a sus hijos solas porque el maricón del marido se fue, o porque se lo toma todo. Me siento orgulloso de la gente del sur que después del terremoto se paró en silencio y ayudó al que tenía al lado. Me siento orgulloso de los que quieren de verdad algo mejor para Chile, sin la necesidad de imitar a otro país, como si no tuviéramos una identidad o recursos suficientes para hacer algo por nosotros.
Los chilenos de la "Paris parade", los "dog lovers", los "chilean way", pueden irse -invitados por mí, con pasaje de ida y sin vuelta- un buen rato a la mierda.
¡Viva Chile! (Sin el "mierda" porque ya lo manosearon).
martes, 7 de diciembre de 2010
¿Minusvalido? ¡Buen negocio!
lunes, 29 de noviembre de 2010
A la mierda con los gigantes...¡LIBERTAD!
martes, 23 de noviembre de 2010
Tentando la suerte....o la muerte?
jueves, 9 de septiembre de 2010
Obligados a ser chilenos
Algunos celebraron y otros no. Como siempre había detractores y otros que apoyaban la idea. Como siempre, también, los foros de diarios se llenaron de opiniones, entre las que se podía encontrar de todo, desde felicitaciones, ironías e insultos entre viejos rivales de foro, hasta quienes asemejaban la medida a una especia de dictadura cultural.
Sobre ese último punto pude ver muchas opiniones y la verdad, me pareció estúpido. Si alguien se queja de que esa medida es dictatorial dentro de la cultura, también se queja por las vitrinas en inglés o las frases publicitarias en el mismo idioma?
En la radio ADN hay una publicidad de no se qué nuevo hotel con spa en el sur y la voz en off completa el nombre- que insisto, no recuerdo, no es que esté protegiendo marca alguna- con la frase “wellness and spa resort”.
Eso acaso no es una dictadura cultural? Si nuestro idioma oficial sigue siendo el castellano, por qué nos imponen el inglés? Una cosa es que los enseñen en los colegios o que alguien quiera aprenderlo por su cuenta, y otra muy diferente es que violen una lengua riquísima por usar otra que “suena más chic”.
Por qué frente a eso no hay quienes reclaman con la misma energía que el o los pelotudos que reclaman porque nos van a poner un 20% de música chilena?
No soy de escuchar mucha música nacional, no me gusta. Irónicamente soy más amigo de lo anglosajón en cuanto a música, pero eso no quita que no encuentre rescatable el hecho de que se quiera proteger nuestra creación cultural, por mala o buena que pueda parecernos. Los medios con los que cuentan en general los músicos chilenos, no son ni por mucho cercanos a los que tienen figuras como Lady Gaga, Madonna, Metallica, etc.
Para los que reclaman frente a esta medida pregunto: qué es ser chileno? Qué es la chilenidad? Qué nos define como cultura?
Justamente por la influencia cultural- comercial del extranjero es que tenemos que esperar a un partido de la selección o el 18 de septiembre para ver manifestaciones más patrióticas. Justamente por esa influencia es que creemos que la chilenidad son las empanadas, el vino, la cueca o el choripan.
Cómo será que estamos de influenciados todos por igual, que ni siquiera yo sabría decir qué es ser chileno más allá de los ejemplos que ya di. Sí sé que me gusta serlo, pero no sabría definirlo. Frente a eso, no puedo sino pensar que la cuota de música chilena en las radios no es sino un gesto de verdad patriótico ¡aún hay patria señores!
jueves, 26 de agosto de 2010
La nueva forma de... "termocracia".
(La Tercera 26/8/2010, artículo de Fernando Villegas).
Hace dos días se produjo una primera gran manifestación ciudadana con el objetivo de defender la localidad de Punta de Choros, la reserva del Pingüino de Humboldt y en general, la gran variedad de fauna marina que se ve en peligro frente al proyecto de la termoeléctrica que Suez Energy pretende instalar en esa zona del país.
Las protestas van a continuar a pesar de que el presidente dijo que se iba a trasladar la termoeléctrica a otro lugar. ¿Por qué? Por el simple hecho de que lo que prometió en su campaña, mientras promovía la nueva forma de gobernar, no fue sino directamente que no iba a permitir el desarrollo de plantas generadoras termoeléctricas en nuestro país. Lo afirmó en el caso específico de Punta de Choros y en general; como quien dice, descartando la opción para ese tipo de fuente energética.
Entonces, vale preguntarse por qué ahora estas diferencias en el plan contratado. Si más del 50 por ciento de la población creyó en esta nueva forma de hacer gobierno ¿Por qué ahora se cambian las condiciones de contrato? ¿Hasta cuando se va a jugar con la letra chica y las salvedades y términos que más tarde eximan de cumplir las promesas tal cual como se hicieron?
Amaro Gómez Pablos preguntó a Piñera- durante su campaña- si es que iba a permitir el desarrollo de este tipo de energía. En dos ocasiones, frente a la pregunta y contrapregunta, el entonces candidato dijo que no lo aceptaría. Claro que en segunda instancia, dijo que no iba a aceptar el desarrollo de plantas "altamente contaminantes", es decir, las que no lo sean tanto, tienen luz verde.
La cifras que entrega Villegas en su columna, nos demuestran que una planta "no tan contaminante" podría arrojar más de 16 mil 500 toneladas de desperdicios producto de sus faenas ¿Será necesario decir que no basta sólo con defender a los pingüinos? ¿Hasta cuando vamos a hipotecar el futuro natural del país en favor de la falta de escrúpulos de un puñado de señores bonachones de papada regordeta y cuello y corbata?
Sigue fresco en la memoria el caso de la celulosa Arauco. Y ése es apenas un sólo ejemplo. ¿Que tiene que pasar para que por fin tengamos políticas medioambientales serias?
No se trata de crear ministerios de medioambiente. Eso servirá tanto como cenicero de moto si a la hora de tomar acciones no se hará nada. No sirve prometer en campaña si después- con todo respeto- nos haremos los huevones y vamos a buscar la sombra de la letra chica o los términos difusos, como el sí de un novio que ya tiene amante.
Lo que hay en nuestras costas, nuestros bosques y en general en todo el territorio es único e irreemplazable. Si lo matamos hoy, no va a renacer mañana, sino en muchos años más si es que.
El que se haya podido organizar la protesta habla de un porcentaje de ciudadanía que está entendiendo el mensaje. Estamos despertando. Pero en vez de dos mil, debiéramos ser más los dispuestos a salir a las calles para reclamar porque se respete un derecho fundamental, como el tener acceso a un medioambiente limpio. Si podemos salir a reventar las calles gritando cuando gana la selección, si podemos salir a protestar cuando los sueldos son bajos ¿qué hace que el daño a nuestro ambiente sea menos digno de reclamo?
Cuando nuestros descendientes tengan acceso a una costa limpia, cuando puedan disrutar de nuestros bosques- que serán suyos- nos van a agradecer el haber peleado aguantando gases lacrimógenos con tal de que se dejaran de hacer festín de letras chicas y palabrerías poco claras y turbias. Si, por el contrario, a futuro las únicas aguas cristalinas que puedan ver sean las de las fotografías que se tomaron hace años, por fin vamos a entender la cagada que se habrá dejado y nos vamos a reclinar pensando "por qué no actuamos cuando pudimos".
domingo, 22 de agosto de 2010
"Estamos bien, en el refugio los 33"
"Estamos bien, en el refugio los 33". Fuerte y claro, una comunicación técnica, precisa, sin emociones explícitas pero cargada de esperanza y llena de lo que tantos queríamos oír. Los mineros están a la espera de las manos que los van a sacar de ahí, de los abrazos de sus familiares, del aplauso de todo un país que por segunda vez en el año se vio golpeado por una catástrofe.
Estamos en el momento de la emoción. De sacar nuevamente la bandera y verla flamear con ganas y orgullo, pero no seamos tan chilenos. Vayamos un poco más allá del himno y de las "patitas" de cueca que se han podido ver hasta en las calles de Santiago, y pensemos de inmediato en qué hacer para que los episodios del tipo "San José" no se repitan.
No basta con ver quiénes fueron los responsables de este hecho puntual. Hay que saber actuar y presionar para que en los escritorios del alto mando laboral por fin la conciencia de la necesidad de las buenas condiciones de seguridad eche raíces. Para que, sin importar de quién o quiénes hablemos- mineros, pesqueros, agricultores, etc.- sepamos que se habla de grupos de gente que recibe una protección proporcional a su esfuerzo.
Sí, hay que celebrar, esta bien la felicidad luego de un logro como este. Nuevamente ante la adversidad la gente supo ponerse de pie y nuevamente, la preocupación de todo el país se hizo notar. Pero entre los globos, el festejo y los cantos, démonos el tiempo necesario- sino obligatorio- para evitar nuevos episodios lamentables.
Aunque no soy cercano a las demostraciones de chilenismo de las que tanto jolgorio se ha mostrado a través de las cámaras de televisión, sí creo que es justo. En nuestras cabezas llevaba 17 días la idea de que un grupo de hombres estaba bajo casi un kilómetro de tierra, y por cada día que seguía avanzando, la esperanza se iba transformando más en los deseos de un milagro que en la certeza de la posibilidad real de verlos nuevamente con vida.
Ya sabemos que están bien. Ahora hay que sacarlos. Pero junto a ellos, desde las profundidades de las rocas, tenemos que sacar la lección inolvidable de que no importa en qué se trabaje, es necesario - y una obligación tanto de autoridades públicas como de los privados- entregar la seguridad y condiciones apropiadas a todos los trabajadores a lo largo del país.
"Estamos bien, en el refugio los 33". Gracias a esas dos líneas, ahora estamos bien, en todo chile, los 16 millones.
lunes, 26 de julio de 2010
Sin derecho a indulto (Ni opinión).
Frente a lo que se propuso, ya hay una respuesta de parte del Gobierno que se mostró contrario a la aplicación del indulto general (como lo proponían en principio los religiosos) y que, con Piñera a la cabeza, dejó en claro que de otorgarse el beneficio exclusivo- sólo el presidente puede darlo- sería para ciertos casos que se examinarían uno a uno. De paso, también se dejó fuera la posibilidad de que el indulto fuera aplicable para condenados por violaciones a los Derechos Humanos, abusadores de menores, asesinos, entre otros.
Más allá del nivel de acuerdo en que puedan estar, el hecho de que en numerosos artículos de prensa o espacios de radio y televisión se haga notar con marcador que es necesaria la separación de la Iglesia como institución con el Gobierno, me hace sentir y pensar en una cierta alergia, algo semejante a ser quisquilloso, o a ese "andar saltón" que tienen los que han robado y quieren ocultarlo o los que hace mucho ya no tienen vacaciones.
Para los que de inmediato intentan descartar las acciones u opiniones que pueda emitir la Iglesia, trayendo a colación la revolución francesa, la separación de los poderes del estado y hasta rasgándose la pechera dispuestos a defender la secularidad; pareciera conveniente el hacer una comparación de dos puntos.
Anteriormente escribí sobre el matrimonio homosexual, que en Argentina fue aprobado y que recibió los vítores de quienes también hablan de la necesidad de un gobierno independiente de los conceptos morales o criterios de la Iglesia. Defienden la posibilidad de que las personas de un mismo sexo se puedan casar y puedan andar de la mano a todos lados sin ser discriminados o sin que se haga diferencia alguna, sacando a relucir el escudo y la lanza de "las minorías" y del derecho a igualdad, a expresión y libertad.
Sin el ánimo ínfimo de criticar, me pregunto entonces cuál es el punto de vista que se puede tomar cuando una institución religiosa da su parecer- y propone, no se limita a criticar- en una materia tan delicada como la aplicación del perdón frente a quienes han sido privados de libertad- es decir, de pertenecer realmente a la sociedad- por delitos frente a los que han mostrado arrepentimiento o por los que han cumplido una serie de requisitos que los hacen considerables a la hora de hablar de indulto.
No queda más que aplicar la misma lógica de las "minorías". Hay quienes argumentan que la Iglesia hace mucho ya dejó de ser mayoritaria en Chile. Mayor razón entonces! Si es que ya no es esa "gran masa" y está haciendo una propuesta que no apunta sino a buscar un beneficio ¿Por qué entonces es posible ver una reacción tan ácida desde algunos sectores sociales? ¿Por qué aparecen los ofuscados, los tembleques, los amantes de la anarquía, desacreditando de inmediato la actuación de una institución religiosa? ¿Y por qué no se ataca de la misma forma a los evangélicos que también hicieron su entrega de propuesta?
Si los mapuches presentan una idea para repartir las tierras o para convivir de manera autónoma pero en paz ¿También se les va a desacreditar de la misma forma? A veces, aunque no nos caiga bien el de al lado, hay que ser un poco más humildes y reconocer que puede tener una buena idea.
Por otra parte, llama la atención cómo una propuesta seria como la que se presentó fue desechada en tiempo récord por parte del gobierno. Mejor dicho, por parte del presidente, ya que es una materia donde la decisión exclusiva recae en su figura omnipotente. En cuatro días ya tenía resuelto dar de baja la idea. Quizás podría aplicar los mismos principios de eficiencia con temas como la venta de Chilevisión o de las acciones de Colo- Colo. Aunque no esté obligado por ley a vender éstas últimas, se "vería más lindo" si lo hiciera.
La respuesta social al hecho de que la Iglesia haya presentado una idea de indulto es lamentable. No son pocos los foros en medios de comunicación donde algunos hasta agradecen el hecho de que los católicos estén yendo a la baja dentro del país. Y personalmente no soy de los que lamenta o celebra el dato. El punto que pretendo remarcar, es que, si bien la idea de una religión con poderes gobernantes no es la mejor de todas, tampoco lo es el pasar al extremo opuesto desacreditando absolutamente todo lo que de esa fuente salga como propuesta. Muchos fanáticos de la anti- religiosidad olvidan que en tiempos difíciles eran esos mismos curas a los que ahora consideran inapropiados para opinar en una materia como esta, los que les salvaron familiares e incluso a ellos mismos.
No hay que ser amigo de los extremos. El obrero no es enemigo del empleador ni éste un depredador del primero. Ésa lógica es la que nos ha hecho fracasar política y socialmente hasta ahora. Es de tontos aplicar la misma filosofía entre los que creen y no creen, los que se persignan y los que no. Al fin y al cabo, el país sigue siendo igual de angosto y de alguna forma hay que lograr acomodarse.
domingo, 18 de julio de 2010
Relación conflictiva (Parte I)
¿Y Chile? Muy bien, gracias. Si bien es predecible que en algún momento el debate se va a instalar de frentón en nuestra sociedad- ya ha habido algunos atisbos- pareciera que falta un largo trecho para llegar a una instancia decisiva como ocurrió al otro lado de la cordillera.
Pero, más allá de lo que vayamos a demorar en tomar el tema como algo serio y no sólo como un gancho propagandístico en tiempo de sonrisas y apretones de mano con miras a las urnas; vale la pena quizás hacer un planteamiento básico y simple de consideraciones sobre este "nuevo matrimonio" que, con detractores o no, se va a instalar en la mesa de discusión tarde o temprano.
En Argentina podemos tener el ejemplo de lo que el tiempo demostrará que significó esta decisión. Quizás sería bueno tener algo de prudencia y aguantar las ganas de estar en el escenario de protagonistas, para observar al menos en parte de qué forma se podrían dar las cosas de este lado de las montañas.
La decisión tomada en la tierra del tango tiene múltiples matices dignos de tener en cuenta. Uno, es el hecho de que se trata de una elección definitiva. Dar a las parejas homosexuales el derecho de contraer matrimonio no es como fijar un impuesto temporal. Si las cosas no se dan como se esperaba, si es que hubiese alguna repercusión negativa en la sociedad a raíz de los matrimonios - y adopciones, ya que van de la mano- el estado no podrá llegar y decir "no va más". Sería restringir un derecho civil que él mismo otorgó en un determinado momento, y las cosas podrían ser aún peores con una revocación de ese tipo. Es decir, el hecho ya se consumó, lo que de aquí en adelante venga, será toda materia nueva sobre una base inamovible.
Otro punto es el guillotinazo que le da el estado como ente a una Iglesia Católica- junto a otras religiones- dolida. No se debiera ver como una pérdida de poder por parte de ésta última, sino como un espaldarazo a los partidarios del gobierno por sobre credos. Sin embargo, el concepto de matrimonio y la consideración clásica de la heterosexualidad en este contrato- a ojos legales- son a su vez casi dogmas estatales históricos heredados de una España conquistadora que- curiosamente- también ha aceptado la unión nupcial entre personas del mismo sexo.
Teniendo en cuenta eso, es posible observar que quizás la aceptación de este nuevo vínculo vaya más por las características clásicas de una ideología política representada en este momento por la presidenta de Argentina, que por un espíritu republicano de verdad, que apunte al hecho de que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos.
El concepto de familia cambió. Y no sólo en Argentina, sino para toda Sudamérica, aunque el resto de los países nos demoremos 500 años más en aprobar una modificación así. Si es que se aprueba.
Como un punto aparte, está el hecho de que, se quiera o no, la jugada política de la presidenta Kirchner, fue- hasta el momento- perfecta. Hoy las minorías ya no lo son tanto, cada vez tienen más poder y en ocasiones tienen la habilidad para camuflar deseos o aspiraciones entre las líneas de los tan delicados pero manoseados Derechos Humanos. Un tema de cristal en esta parte del continente que de inmediato concentra las cámaras y las sonrisas de candidatos que quieren ganar el apoyo de estos grupos.
Acá en Chile también se usan estos temas para ganar votos. En menor escala si, pero se usan. La diferencia de Kirchner es que ella no se quedó en las palabras de debate y concretó su jugada.
Podría interpretarse que soy mal pensado al creer que esto tiene que ver con una estrategia ideada desde la Casa Rosada con miras a ganar popularidad, pero basta con considerar un punto claro, objetivo, preciso y conciso: En la actualidad, cualquier pareja homosexual que quiera compartir una vida fijando condiciones económicas, de salud u otras materias, puede hacerlo. No hay ley que lo prohíba, es tan simple como ir a un notario y que ambas partes se muestren conformes al arreglo poniendo su firma.
No hay una falta a los Derechos Humanos en el hecho de no reconocer la posibilidad a personas de un mismo sexo de contraer matrimonio. Quizás sí puede decirse de una sociedad que hace suya esta posibilidad, que es más abierta, menos conservadora o que ve las cosas con un prisma diferente, sin querer estar diciendo tampoco que los que no toman la opción sean países malos, retrógrados o intolerantes. No caigamos en el pecado de obligar o sentirnos obligados a aceptar de todo por no ser "discriminadores". Opiniones hay en todo y para todo.
domingo, 11 de julio de 2010
Comunicación saludable a la venta!
Parece un dato curioso y que hasta puede pasar inadvertido o como algo interesante, pero creo que es un tema digno de analizar, quizás lo suficiente como para hacer un alto y pensar, leer entre líneas y efectivamente darle un par de vueltas para ver qué es lo que realmente nos están diciendo.
Según el texto, el uso de twitter hasta tendría efectos productivos para la salud, al rebajar los riesgos de tener "infartos cerebrales y al corazón que estarían asociados a la falta de apoyo social" de quienes no usan el programa.
Suena convincente pero ¿no será como mucho? Es decir que ahora, por usar Twitter o cualquiera de los otros programas ¿hasta se verá beneficiada mi salud? Bien, démosle carta blanca a la idea. Aún así, ¿no resulta obvio que la interacción directa resulta mejor? Pues según lo que se explica, en el momento en que las tecnologías estén ya lo suficientemente desarrolladas, podremos engañar al cerebro de forma tal que teniendo un holograma frente a nosotros vamos a poder llevar a cabo las interacciones tal y como si tuviéramos a nuestro interlocutor en frente.
Me niego. No soy un anti- tecnología ni mucho menos- es más me confieso usuario activo de plataformas sociales electrónicas- y creo de verdad que los avances que puede lograr el hombre son increíbles y beneficiosos mientras se les de un buen uso, pero que se den casos como este en que se busca potenciar el uso de estas redes planteándolas casi como el amanecer de una nueva era en las relaciones, me parece algo un poco extremista y hasta peligroso.
¿Acaso las publicidades de estos programas también son beneficiosas para nosotros? Puede que Twitter aún no esté sumergido en el océano de avisos y propagandas que hay en la red, pero no me suena loco pensar que falta poco para eso.
Ciudades para niños en las que les enseñan a usar dinero y aprender de las complejidades del mundo de los adultos y notas periodísticas que hablan de estudios sobre lo beneficioso que es "compartir" con los demás estando sentado frente a un computador. ¿Soy yo o no es algo que suene precisamente bien? ¿Para poder rebajar mis niveles de estrés y desarrollar la empatía con mis semejantes entonces tengo que pasar más tiempo en mi pieza encerrado y encadenado a la pantalla de mi monitor?
Quizás suena un poco más lógico pensar que la empatía y el estrés se ven modificados por el hecho simple y básico- tan antiguo como nuestra misma existencia- de comunicarnos.
No se trata de que el programa computacional sea el beneficioso. No cometamos el error de tomarlo así. Las plataformas de Internet lo que hacen es facilitar la comunicación espontánea, acercar a los lejanos y quizás un sin fin de cosas, pero la comunicación en sí no es una gracia de san Twitter ni de Facebook ni de nada semejante. Creer que son estos programas los que propulsan los beneficios para la salud que se les atribuyen, es tan absurdo como decir que entonces, antes de que existieran, la gente estaba más estresada y quizás hasta tenía peor salud.
No, no son los programas, somos nosotros. Quizás se deba hacer un experimento más lógico y humano a la vez. O derechamente podría promoverse, por ejemplo- y con real voluntad- el fortalecimiento de los lazos con la familia, la base donde se aprenden las primeras y más importantes nociones sobre lo bueno que es comunicarse y saber cómo hacerlo. Si la sociedad- y sobre todo los que concentran el poder de los medios, el dinero o la política- se planteara la meta de mejorar ése tipo de vínculos, no sería necesario un programa computacional para obtener los beneficios que ahora se les atribuyen a estos.
Lo que nos falta es eso, comunicarnos. Y es una gran ironía que sea así cuando estamos llenándonos la boca y los oídos todo el tiempo con la idea de que estamos en la "Era de las comunicaciones". Tal parece que se le llama así no por el sentido de la interacción entre nosotros como individuos, sino por el poder que ejercen los medios como canal para comunicar lo que se quiere comunicar y lo que nos quieren comunicar.
Que un tipo cualquiera pueda mejorar sus condiciones de salud y de relación social mientras está sentado frente al monitor no es más que un títere, una figura que lo que hace es vender muy bien un muy buen producto. De que hay ventajas frente al uso de estos servicios las hay y eso no se discute, pero de ahí a promoverlos casi como un estilo de vida que nos va a reportar beneficios incluso para la salud y que, en algún momento, será posible dejar de lado incluso la tan antigua, exquisita y realmente positiva experiencia de estar sentado frente a otra persona o grupo de personas, por lo menos- y siendo quizás muy prudente- parece una estrategia frívola de marketing basado en una pseudo aplicación de la ciencia.
miércoles, 7 de julio de 2010
No hay que tomarse el humor en serio.
Dos o tres días después del programa, se podía leer en diarios que desde el palacio de gobierno había habido mucha molestia por el sketch humorístico y que, sobre todo, la presencia de la ex presidenta Bachelet y el trato "dulce" que se le había dado había despertado suspicacias.
Frente a esto, primero que todo pareciera que seguimos en la política de "inflar" las cosas más de lo necesario. Que el seleccionador nacional de fútbol y el Presidente de la República no se hayan dado un abrazo cordial no debiera ser tema- al menos no de portadas- en un país donde todos los días ocurren cosas mucho más importantes.
Pero por sobre lo poco o mucho que se hable de ese capítulo, hay otra cosa que quisiera rescatar. ¿No estaremos un poco graves?
Cuando se habla de desarrollo de un país se debe abarcar un conjunto de ideas y conceptos que, grupalmente, hacen que una nación sea efectívamente- valga la redundancia- desarrollada o no. No se trata sólo de un tema de índices económicos o niveles de exportación e importación. Hay algo más, hay un asunto de cultura, de costumbres, de desarrollo armónico con el ambiente y de sociedad en general.
El hecho de que se produzcan saqueos después de celebrar un triunfo deportivo habla de que el mencionado desarrollo al que se pretende llegar está lejos. Y también lo señala la falta de humor, la falta de un criterio para entender que el acontecer nacional, lo que vemos todos los días, puede ser objeto de transformación para sacar risas.
Hace algunos días tuve una conversación con Juan Carlos, el "Palta" Meléndez. Un hombre que, guste o no, tiene experiencia en el ámbito del humor político.
Como conclusión del diálogo, estuve de acuerdo en su opinión de que en Chile el humor político es asunto delicado. Los que están detrás, quienes auspician espacios televisivos o diferentes tipos de autoridades, no hacen posible que se de un desarrollo pleno de esta rama del humor. Y sinceramente, creo que se trata de una equivocación.
Deberíamos aprender un poco más sobre la ciencia de reírse de sí mismo. De nosotros como país, como sociedad, de saber dar un tono algo más liviano a lo que nos pasa y lo que vemos por televisión día tras día, para así volver menos agobiantes las vidas.
Hace ya 20 años que Chile recuperó- supuestamente- su democracia, sin embargo pareciera que cuando se trata de expresar pensamientos, ideas, opiniones, o de trabajar en áreas tan saludables como un humor bien hecho, nos siguen pesando las huellas históricas del "eso es incorrecto" o "mejor no lo digas".
Quizás se trata de cambiar un poco la concepción de que, por hacer humor sobre algo o alguien, se está haciendo una burla, una falta de respeto a quien sea incluido en una rutina. Señores! el ser personaje público requiere de tolerancia, de apertura mental y de altura de miras! Si dedicaron su vida a la luz pública, entonces sepan que no sólo los aplausos están disponibles, sino también las críticas y las risas. Aprendamos a reír, a mirarnos como sociedad y darnos cuenta de que efectivamente hay cosas que son para la risa, que hay cosas de las cuales es mejor reírse y que enfrentar las cosas con humor, puede- en la mayoría de los casos- dejar incluso una mejor impresión que las caras serias, las quejas formales, las suspicacias o el golpeteo del puño sobre la mesa.
Que bueno sería ver nuevamente a Los Topins. Lamentablemente, creo que si hoy aparecieran, más de alguien por ahí dejaría su despacho para salir de caza. Y eso lo digo en serio, Ja.
lunes, 5 de julio de 2010
Aunque se trabaje como las hormigas.
Tal parece que las cosas no han cambiado mucho en los últimos 50 años. Más allá de los avances de la tecnología, podemos seguir viendo las eternas divisiones causadas por líderes que representan ideologías o credos diferentes, a veces, sin siquiera ser realmente representativos de las posiciones de los pueblos o la gente a la que simbolizan en su liderazgo.
Hugo Chávez, Fidel Castro, Barack Obama, Sebastián Piñera o Mahmud Ahmadineyad (presidente de Irán), no importa cuál sea el nombre, lo cierto es que se trata de líderes que en términos generales, presentan todos una misma característica: Tienen discurso, tienen cámara y luces encima, pero detrás de ellos, las cosas siguen en una estática preocupante, que no cambia y que no parece querer cambiar.
La curvas de educación o de calidad en la atención hospitalaria siguen en un constante vaivén de ciclos, la libertad de expresión sigue siendo una deuda en varios rincones del mundo y la pobreza aún no desaparece- ni siquiera se ha acabado la miseria- . Los tan manoseados Derechos Humanos- pareciera- sirven simplemente para rellenar una carta reconocida por la ONU o para condenar a los dictadores que conviene condenar.
Mientras en Chile se habla de la importancia del respeto por estos derechos fundamentales, en China se firmó entre aplausos un tratado de libre comercio, aun cuando gente común y corriente sabe que los productos hechos en China vienen de una mano de obra que sufre casi las condiciones de la esclavitud. Muchos de ellos, por cierto, niños.
Venezuela sigue siendo un país pobre, o al menos no la potencia de buen nivel de calidad de vida que debiera ser considerando los recursos que se tienen. Por su parte Estados Unidos tiene a un Novel de la Paz en la Casa Blanca que ha anunciado retiros de tropas en Afghanistán, pero que sin embargo está- silenciosamente- moviendo contingente junto con Israel a la frontera con Irán.
¿Cuáles de estas situaciones representan el verdadero sentir y la necesidad popular de sus representados? ¿Qué, de todo lo que se hace, apunta realmente a mejorar las condiciones de vida de los que más lo necesitan?
Estamos funcionando en un mundo en que los reales intereses que debiera cubrir la política se perdieron. Hoy no existe la política asi como tampoco la democracia.
Se está funcionando en torno a los intereses de conglomerados sociales, empresariales y/o políticos, que luchan por mantener el poder, por figurar y por seguir en las cúpulas para imponer un punto de vista, una forma de hacer las cosas, que se encuentra cada vez más lejos de estar en orden con lo que el simple votante algúna vez quiso.
La democracia como tal ya no existe. Por algo son cada vez más las ONG'S en todo el mundo y eso es algo bueno. El que haya organizaciones que se dediquen, por voluntariado, a cubrir los asuntos que realmente ayudan y producen beneficios para la gente, los animales y el medio ambiente, es una señal de que tan aturdidos no estamos, de que hay quienes se cansaron de esperar por las soluciones y, más allá de enarbolar una bandera de batalla y tirar piedras, actúan concretamente para lograr objetivos.
Que se queden ellos con sus premios Novel, con sus mayorías en las elecciones y sus torres de petróleo. Lo que se tiene que hacer, aunque de a poco, se está haciendo. Lo que nos queda a nosotros como ciudadanos simples, es mucho. Partiendo por no entregar el voto al "menos malo", por ser más exigentes con lo que se nos ofrece y por ser también más activos incluso en nuestro entorno más cercano. El simple ejercicio de saber cómo está nuestro vecino, de hablar cómo están las cosas o de decir que no estamos de acuerdo con algo en vez de quedarnos callados puede tener beneficios directos en nosotros y en los que nos rodean.
De alguna forma hay que comenzar a cambiar. De alguna forma hay que actuar para que no nos veamos total y completamente consumidos por el mundillo de lo superfluo. Sí, el precio del petróleo nos afecta, y también las guerras que pueda haber o no. Pero si empezamos en lo cercano, en lo que parece minúsculo, será mucho más posible abarcar en algún momento lo grande y que por ahora vemos lejano. Hay que trabajar por nosotros y los que vienen, aunque se vea imposible, aunque se trabaje como las hormigas.
martes, 29 de junio de 2010
Que penca es ser penca.
Como quizás el 95% de los chilenos sabe, ayer la competencia internacional se acabó para nosotros. Una vez más vimos bailar Samba en las tribunas mientras los nuestros salían de la cancha con la cara larga. Pero el foco de este artículo tiene que ver no con la eliminación de Chile, sino con lo derrotada que está alguna gente de esta tierra que casi se cae del planeta.
Nuevamente se trata de opiniones vertidas en foros de noticias. Y una vez más, se trata de ver cómo hay quienes se dan el tiempo de escribir algo sólo por botar la amargura que les sale por los poros, esa que a veces se disfraza de ataque ultra nacionalista a los peruanos, de insultos contra el presidente o quien haya estado antes en La Moneda o, como ahora, de la suerte que haya tenido un grupo de representantes de nuestro deporte.
Sí, hablo de nuestro producto nacional intangible, el "chaqueteo". ¿Qué tendrá que pasar para que dejemos de ser campeones mundiales en prender el ventilador y dejar que salga lo peor de nosotros a todos lados? Sí reconozco que la mayor parte de los comentarios eran de agradecimiento, pero aún llama la atención cómo hay quienes son capaces de perder toda objetividad con el sólo propósito de "tirar mierda". Y por supuesto, también reconozco- y pido reconocer- que en algún sentido, todos tenemos nuestro lado- ventilador.
Que Bielsa se tiene que ir, que los jugadores son "pencas" y un sin fin de otras cosas. Más allá de lo válidas o no que puedan ser las opiniones, el hecho de que haya quienes se muestren inconformes con todo resulta preocupante. Quizás no tanto si se tratara de tipos que hacen nada y sólo están frente al computador esperando el momento en que se de la luz verde para opinar, pero el anonimato de estos foros deja abierta la puerta para pensar que detrás de las letras, puede estar cualquiera.
Esa actitud frente a la vida, esa forma de ver todo oscuro, de no poder ver el vaso medio lleno sino completamente vacío, no lleva a nada bueno. Ni al que opinó ni al grupo, a nosotros, a los que conformamos Chile. "¿No será mucho?" Podrían decirme. Quizás sí; pero los logros que seamos capaces de conseguir, en cualquier área- arreglar problemas con nuestros vecinos, por ejemplo- podrían verse seriamente truncados o derechamente fracasar si es que uno de esos eslabones oxidados está en el camino. Mucho más si es de los que toma decisiones importantes.
Las opiniones negativas, el "chaqueteo" como lo conocemos, ese afán casi enfermizo que nos ha caracterizado culturalmente a lo largo de los casi 200 años de historia que llevamos, es lo que nos hace caer una y otra vez a la hora de intentar alcanzar metas.
¿Pruebas? Hay incluso libros dedicados a analizar la naturaleza del pueblo chileno y el por qué no hemos sido capaces de, por ejemplo, lograr el desarrollo económico y social cuando oportunidades no nos han faltado.
Necesitamos aprender un par de lecciones de positivismo. No de sonreír con todo y a todo, pero sí de aprender a ver las cosas con otra óptica. Una un poco, aunque sea un poco más constructiva. Si nos parece que se jugó mal, entonces "hay cosas que arreglar", no "somos pencas y jamás vamos a cambiar"- como leí textualmente-. Esa forma triste de ver las cosas no hace más que borrar del camino situaciones o experiencias de las que podríamos aprender.
El tirar hacia abajo todo, el decir o pensar que todo lo que hacemos está destinado al fracaso es lo que nos hace "pencas", chatos, trancados, gente de paso corto. No endiosemos a cualquiera que se nos pase por delante, pero démosle algo de crédito a los esfuerzos. Por lo menos, por un poco de respeto a quien o quienes lo hicieron.
De todos modos, el partido fue harto penca...¿o no?
martes, 22 de junio de 2010
Pan, pelota, tetas y circo para el pueblo.
Frente a la primera parte de esa oración es que se ha discutido y han nacido los mayores caudillos y personajes de nuestra historia como chilenos, sudamericanos, latinos e incluso humanos. Frente a la segunda parte, aún no se hace nada muy efectivo por cambiar las cosas.
Fútbol- o deportes en general- ofertas, tetas en la televisión y chismes. Eso es lo que llena la canasta que tenemos para recibir información en nuestro cerebro. No es que no pensemos- que es lo que da para pensar como primera impresión- sino que no queremos pensar. Eso es mucho más peligroso.
Uno de los blogs que se puede leer entrando al diario La Tercera, hablaba sobre el conflicto de los límites con perú. Es impresionante la cantidad de opiniones que se puede leer y que muestran que, al parecer, esa canasta esta saturada de falta de información, de nacionalismos sin sentido y de odios.
No queremos pensar. Por eso nos cae tan bien la nueva política del "pan y circo" que nos están dando como si fueramos palomas de plaza de pueblo. Mientras nos atacamos entre chilenos y peruanos, mientras nos fijamos en que a una bailarina se le salió una pechuga del vestido y celebramos los goles de Chile en el mundial, siguen pendientes las materias que de verdad importan y que tendrían una solución más completa con un poco de nuestra atención.
El gran problema que tenemos no es que haya unos pocos que controlen todo, sino que los dejamos hacerlo. Son dos las cosas que se juntan para que se de el escenario que tanto se critica pero sobre el que pocos actúan para poder cambiar. Primero, el hecho de que efectivamente es un puñado de señores hediondos a biblioteca el que toma las decisiones que nos afectan a todos. Segundo, que sabiendo que es así, dejamos que sea así mientras seguimos encandilados ocupándonos de otras cosas que al final del día no van a mejorar los asuntos desde la médula.
No hay absolutamente nada de malo en darse un relajo. En reírse de algo simple o banal, o incluso en poner atención a una mujer - u hombre, para las señoritas- agraciad@ por la naturaleza. Que se convierta en una actividad diaria o casi una religión es lo terrible.
Es difícil de todos modos el cambiar algo que es casi un hábito. Sin ir más lejos, para poder sentarme a escribir tuve que apagar la tele. Pero se puede, y hasta tiene cierto nivel de gratificación cuando uno se da cuenta de que pudo.
Quizás las soluciones a los problemas o temas que de verdad tienen peso en cómo vamos a vivir los próximos días no están a la vuelta de la esquina ni las vamos a tener en la cabeza este otro lunes, pero mucho más lejana se ve la posibilidad de hacer algo productivo si ni siquiera se hace el intento. ¿Estaré equivocado? Probablemente. Pero al menos para que me digan que lo estoy, el o los que lo hagan tendrán que renunciar un rato a la dieta de pan, pelota, tetas y circo de la que hablo.
Ahora, si alguien puede encontrar soluciones a partir del mundial, la modelo de turno o cualquier cosa así, entonces haga que jamás leyó esto y yo...yo me voy a acostar.
jueves, 17 de junio de 2010
Un sueldo sin un mínimo de ética.
La propuesta hecha por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) apunta a lograr que el reajuste sea de un 6%, es decir, que el suculento sueldo suba aun más a un total de $175 mil. El Gobierno dice que no, y propone como contraoferta un reajuste del 4%, que en buen chileno quiere decir, subir el sueldo en menos de "luca quina".
A todo esto, por parte de la oposición, se indica que la Democracia Cristiana pretende que el reajuste sea tal que el sueldo quede en $180 mil. ¿La respuesta del Gobierno? Que ellos- la DC- serán quienes se tendrán que hacer cargo de que el sueldo quede tal cual como está; descartando de plano las aspiraciones de los falangistas.
Como último detalle, vale la pena decir que el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, calificó de "razonable" el reajuste real que pretende el Gobierno, que es de un 1,5%. "El doble del año pasado". Según sus palabras, con eso se "aumenta el poder adquisitivo y cuida los efectos del empleo".
Pero ya basta de los entretelones de la teleserie política. Vale la pena partir preguntándose qué familia puede vivir con un sueldo como ese; o bien, cuáles son los criterios que se ocupan para considerar el sueldo mínimo actual- o al que se aspira a llegar- como suficiente para que una sola persona cubra sus necesidades mensuales. Personalmente tengo un ingreso en torno a los $160 mil y con suerte logro llegar al último día del mes. Y eso que no tengo deudas.
Hay un punto en el que no hay culpa del Gobierno de turno ni de uno anterior sino que hay un tema cultural- laboral. Resulta que si el sueldo mínimo se fija en un monto como el que propone la DC, habrían efectos sobre el empleo; vale decir, habría despidos. ¿Será que las empresas están funcionando tan justas de presupuesto que no pueden subir así los sueldos? Probablemente lo primero que podrían decirme es que una subida tan notoria se traduce en millones de pesos, pero ni la situación empresarial está tan mala como para no poder hacerlo, ni se trata de dineros perdidos. Lo que la empresa gasta en esos sueldos, los empleados lo gastan en comprar en las mismas empresas en que se aumentaron los salarios.
Están jugando a la ruleta rusa. Están intentando hacer que la máquina funcione con respuestos de tercera y parchando las cañerias con chicle. Y desde La Moneda- y parte del Congreso- les están vendiendo los chicles. Tanto el sueldo mínimo como el ingreso ético prometido por el presidente Piñera- de $250 mil para una familia de 5 personas- son montos insuficientes, y si bien el Gobierno puede alegar que el ingreso ético está dentro de lo que se puede dar, las empresas, que sin trabajadores no funcionan, sí pueden sacarse uno o dos cocodrilos del bolsillo y rebajar aunque sea un poco los "sueldos mínimos" que hay en gerencias u otros departamentos.
Quizás un ejercicio práctico y útil sería que nuestros parlamentarios intentaran vivir unos cuantos meses con sueldos mínimos. Quizás también sería bueno y práctico para quienes manejan las cifras de empleo. Quizás la voluntad no está por el simple hecho de que "al que no le gusta se puede ir". Todos saben que por uno que sale, hay unas cuantas decenas detrás dispuestas a trabajar por lo que sea.
Al final, entre sueldo mínimo e ingreso ético, desde algunos sillones del parlamento y La Moneda, parece que no hay un mínimo de ética.
lunes, 14 de junio de 2010
Ella parece juguete, sabian?
Y sí, leí algo de la rubia del norte, que sostenía que le halaga que la comparen con una de las populares Barbies. Sorprendente.
No soy fanático de la seriedad ni un "tonto grave", pero sí me gusta el ocio, la diversión y el humor con algo más de clase. Quizás sea un poco duro decirlo, sí, lo admito, pero al leer cosas como ésta, en que el trabajo de alguien es tener millones y gastarlos mientras se decolora con los flashes; y más que eso, saber que efectívamente hay gente que se intereza en la vida y obra de estos ídolos de goma, no está ni cerca de ser algo que nos aporte o estimule a algo. El mundillo de las estrellas- tanto internacional como local- es alpiste para el cerebro.
Sí hay que hacer la diferencia entre estrellas de cartón y de las de verdad, que son de lino, hechas a mano, esas que se dan de a una en mil. Las de cartón son las que se dan en serie, que llegan a una cúspide de segunda mano, a costa de besos, peleas, etc. Esas son las que nos llenan la cabeza de alpiste. De ese que se mete en los ojos y no deja ver más allá.
Estamos siendo buenos para regalonearnos, muy buenos. Pero culpa nuestra no es. Sí lo es el darnos cuenta y no hacer algo.
Personalmente, intento escribir algo que pueda ser útil, aunque sea para no estar de acuerdo. Es necesario ir más allá a veces. Hasta de la idea más estúpida que tengamos sale algo que ayuda para dar con un resultado final más completo.
Si a alguien le interesa en demasía lo parecida o no que una multimillonaria parezca muñeca, no pretendo ofender, pero debiese poner la alarma y despertar a lo que el alpiste de cerebros "marca ACME" no le deja ver. Si después de eso le sigue interesando más la rubia Paris, sea feliz.
A todo esto, Paris Hilton de verdad se parece a una Barbie, ja.
viernes, 11 de junio de 2010
¿Y hay más que un mundial en África?
Resulta curioso- y un poco triste- darse cuenta de que tiene que hacerse una fiesta deportiva para que África llame nuestra atención por más de unos días. No hay campaña para combatir el hambre que dure en nuestra memoria un mes. Con suerte una semana.
Tuvieron que posarse encima del continente olvidado una serie de cámaras y luces, además del negocio mundial del fútbol, para que nuevamente recordáramos que hay un lugar del mundo donde los avances tecnológicos de la comunicación no han llegado como a nosotros. Donde el hambre es el pan de cada día, donde las dictaduras y la opresión son el sol que sale por el horizonte mientras millones sufren injusticias que ningún gobierno poderoso lucha por remediar.
Es bueno que se haga este mundial allá. Es bueno que de cierta forma, por insignificante que sea, recordemos nosotros y les recordemos a ellos que están vivos y que quizás, algún día, las cosas van a andar un poco mejor. Sin la necesidad de luces y cámaras. Más allá de las paredes de un estadio y con cantos, bailes y celebraciones en honor a una felicidad de verdad, no a la inauguración de un acto que al final del día se llevará sus cámaras y luces para dejar nuevamente al continente negro sumido en la oscuridad.
lunes, 7 de junio de 2010
16 millones de locos. ¿Por qué no?
Y como resulta típico e inevitable, la cultura, la forma de ser de los chilenos aflora de mil y una maneras. El exitismo, la ilusión de que vamos a ser campeones del mundo o las críticas y opiniones respecto a las cosas que hace o deja de hacer el técnico que, lejos, ha sido quien más profesionalismo ha implantado en los zapatos y camisetas de quienes representan al país, nos llenan la cabeza y el corazón en la medida en que más se acerca el día del pitazo inicial para Chile.
Y más allá de lo que nosotros pensamos, está la opinión extranjera. Los ránkings que indican que Chile está elevado en las apuestas, las palabras de los especializados extranjeros, la posibilidad de ser una "sorpresa" en la cita mundialera, etc.
Sin embargo, lejos del campo de juego, hay algo que llama a la reflexión. Los logros, las cosas que han hecho que nuestra selección haya clasificado de la forma que lo hizo, ganando afuera, ostentando el estandarte de tener al mayor goleador de nuestras eliminatorias y sólo superados por Brasil en la tabla de posiciones, se deben a un sólo concepto: Profesionalismo.
Es por la gestión que ha habido en la Asociación Nacional de Fútbol y por el trabajo de Marcelo Bielsa y Compañía que el combinado nacional ha hecho el camino exitoso que ya todos conocemos. Y en buen chileno, "pucha que se disfruta".
Si tantas alegrías nos traen los frutos de un trabajo de alto nivel de seriedad y profesionalismo, ¿No resulta obvio que es justamente eso lo que nos hace falta como pueblo para tener aún mayores frutos en otras áreas?
Si en vez de bajar a fumar en la oficina espero y termino el trabajo; si no cobro más de lo que corresponde ni busco siempre la forma de "hacer leso" al que tengo al frente, ¿No será posible pensar que también podríamos ver frutos y triunfos producto de esa forma profesional, seria y completa de hacer las cosas?
En vez de endiosar a Bielsa (que por supuesto merece todo el reconocimiento que se le ha dado ) debiéramos seguir el ejemplo. Debiésemos entender que lo que él está haciendo, todos lo podemos hacer, todos llevamos un poco de "loco" dentro.
No ocupemos sólo la banca de los espectadores en la vida. Hay que considerar como un deber el sentarse de técnico, el mojar la camiseta, trabajar duro y entrenar mental y culturalmente con el sólo objetivo de ser grandes. No frente a otros, porque lo primordial en este caso no es ver a quién se deja atrás en una tabla de posiciones ni si hay, allá afuera, alguien que prefiera apostar por nosotros. Eso, cae por su propio peso. Eso está en la canasta de los frutos.
Si queremos sentirnos realmente orgullosos de Chile, con fundamentos reales y no sólo cuando cantamos el himno o cuando ganamos un partido de fútbol histórico, debemos, de una vez por todas, jugar el partido más importante, ese que se juega dentro de cada uno y entre todos juntos, para vencer los vicios que nos hacen estar siempre "al filo del salto" y dar definitivamente el paso que falta.
Somos grandes, pero no vamos a meter la pelota al arco mientras no juguemos como los verdaderos grandes, los que, aún sabiendo que tienen el talento, entrenan incluso más que sus compañeros y ponen el cien por cien a cada cosa que hacen, sin importar si esa pasión les regala el apodo de "loco".
miércoles, 2 de junio de 2010
Si quieren opinar, levanten la mano.
Por otra parte están los estudiantes. Esos típicos manifestantes que se repiten año a año en la Alameda gritando consignas, tirando panfletos y después de un rato, corriendo por todos lados para librarse de Carabineros- y sus gases y chorros prepotentes de agua- o de los que van simplemente a jugar tiro al blanco y botar rabia.
Sin decir que esté de acuerdo o no con los desmanes y la violencia en general, se le debería dar espacio y peso social a los jóvenes. Las energías que hacen falta están ahí.
Si un hombre de negocios quiere saber qué hacer para mejorar su empresa, tiene que, indudablemente, pensar en lo que quieren sus clientes. El alumno es un cliente educativo, un "cliente mental" que tiene opinión y sabe a qué le está "echando de menos".
La idea de crear una reforma en la educación siempre ha estado presente en la cabeza de los presidentes, pero hasta ahora pareciera que no pasan el exámen, al menos en cuanto a trabajo grupal. Los resultados del SIMCE son una señal, un síntoma que no se está viendo de buena forma. Si la educación está enferma, está buscando la solución con un mecánico, no con un doctor.
No se trata de dar pleno poder o aplaudir todo lo que digan los jóvenes, no. Los conocimientos y la experiencia están del otro lado esta vez. Pero sí se trata de saber dónde está la traba, hay que revisar todas las piezas de la máquina y entender que más allá de las estadisticas están las voces. En los sesenta y setenta la juventud tuvo mayor peso, y si bien no se encauzó siempre de la mejor forma, la energía produjo unos cuanto cambios.
Si se pretende mejorar de verdad la educación, no aparece como el mejor camino exigir más y más desde una edad más temprana- algo que hasta se ha disfrazado de entretención- sino poner una silla para todos los que tengan una voz en la mesa. Sabiendo lo que pasa por la cabeza de los jóvenes, por disparatadas que parezcan algúnas propuestas, se puede llegar siempre a un resultado más completo.
Ya que somos tan buenos en Chile para imitar lo que viene de afuera, debiésemos seguir ejemplos más positivos que cambiar el sistema de clave para las tarjetas de crédito, y bajar el impuesto al libro, sólo por dar un ejémplo. Si se pretende tener logros de verdad, sería positivo dejar opinar. Ordenaditos eso sí, levantando la mano y con voz firme y fuerte para que todos puedan escuchar.
domingo, 16 de mayo de 2010
Kidzania: Reclutando la imaginación.
Kidzania es el nombre del parque que sus propios fundadores destacan como algo innovador, que vela por la educación y el desarrollo de los niños, para que aprendan a ser responsables y parte de una comunidad.
Bajo ese principio es que los visitantes manejan dinero (propio de la ciudad), arriendan autos, pagan por diversiones y lujos además de trabajar en una amplia gama que comprende más de 60 ocupaciones diferentes.
Y como los negocios rentables se expanden, el proyecto nacido en tierras aztecas ya está presente al rededor del mundo. Por supuesto, era cosa de tiempo para que lo anunciaran con bombos y platillos en Chile; con reconocimientos- por su utilidad- por parte de autoridades de televisión (Canal 13 será la señal oficial de la ciudad) entre otros.
Pero vale la pena preguntarse qué tan positivo es el proyecto. ¿Será bueno que los juegos de los niños se basen en el mundo problemático y complejo de los adultos? En el sitio de Kidzania (www.kidzania.com) se hace un fuerte énfasis en que la iniciativa busca reforzar, entre otras cosas, la capacidad de los niños de interactuar y aprender sobre las complejidades del mundo de los adultos y la importancia de las finanzas. ¿No es eso un poco violento?
Bien dice Ángel Carcavilla en La Nación: "Cualquier cosa que deje absorto a un niño sirve para jugar: un palo, una nube, una piedra, y Kidzania es precisamente todo lo contrario". La propuesta es, derechamente, violar ese mundo simple en que hasta un insecto en su quehacer diario parece maravilloso y puede robar horas de entretención; para colocar en su reemplazo la idea de que con dinero y trabajo se puede lograr lo que los adultos hacen. Que el dinero es lo importante. Que si quieren diversión, deben conseguirlo.
No es que esté en contra de que a un niño se le enseñe a ser responsable o a compartir con sus pares. Tampoco se trata de dejarlo hacer lo que quiera, pero creo ser parte de una generación en que nuestros padres, dosificando y guardando las proporciones, no tuvieron mayores problemas para inculcarnos precísamente eso, sin necesidad de irrumpir en lo que teníamos construído por obra y gracia de la propia imaginación.
¿Qué tipo de propuesta educativa busca interferir en una de las pocas etapas de la vida en que no estamos contaminados por lo que nos rodea? ¿Dónde queda la libertad de elección para los que no son devotos de la religión de las finanzas?
Para alguien que lea esto y piense que soy un alarmista, sí, lo soy. Creo que ante este tipo de cosas vale la pena encender la alarma. Si ya estamos en un sistema en que, a menos que se haya nacido en cuna de oro, estamos llenos de restricciones y obligadamente terminamos viviendo en función de lo que permite o no hacer el dinero, no podemos aceptar que ahora esa realidad entre en un espacio que todos- o la mayoría- recordamos con calidez justamente por su simpleza y por ser "aquellos tiempos" en que todo parecía más fácil, más inocente, más simple y más feliz.
No se puede robar ese derecho a un niño. No se puede trabajar el mundo de su imaginación, ni pretender "educar" su habilidad de crear a su antojo a partir de un juego con tierra. Aceptar una intromisión así es abrir las puertas para alguien que quiere robar la inocencia, tal cual sucede físicamente con los que ven en los niños un objeto de atracción sexual. Que este proyecto trabaje a nivel mental no lo hace menos grave.
Estamos frente a la dictadura de la economía, y lo que busca este gran pulpo es abrazar a los más posibles para hacerlos partícipes de un juego en el que muchos entramos sin opción de decir siquiera si realmente queríamos jugar. Kidzania no es sino un lobo en piel de oveja, forrado en guirnaldas y colores llamativos, pero con el fondo inconfundible del lenguaje de los negocios, el consumo y la rentabilidad. Si tuviera un hijo, preferiría que se pelara las rodillas jugando a la pelota, que manchara la ropa con barro o que su contacto con el dinero fuera para comprarse un helado. Si de seguro los años le van a traer problemas, que al menos pueda recordar "Aquellos tiempos" en que todo era diferente.