martes, 23 de noviembre de 2010

Tentando la suerte....o la muerte?

Hoy en la mañana me introduje en el mundo de las noticias como cada comienzo de día desde que empecé a trabajar. Sí, estoy trabajando, con las esperanzas de no ser de los que se queden en los tentáculos del sistema, pero no sin estar agradecido de la pega que tengo. En fin, el asunto es otro. Resulta que cuando apenas me estaba acostumbrando a una nueva jornada de frenetismo noticioso, escucho que un bus se hizo pedazos contra un camión en la carretera. 19 muertos y contando. Terrible.


Después de un rato, cuando ya mi parte fría había asimilado la noticia y la capacidad de asombro se había ido a mejor parte, me empecé a dar cuenta de que muchas veces- sino la mayoría- somos nosotros mismos los que dejamos que las cosas se den para terminar así.


En primer lugar, nadie usa el cinturón de seguridad del asiento del bus. Quizás- con suerte- el del auto. Segundo ¿Cuántas veces, cuando viajamos, decimos algo, reclamamos o por último comentamos desagradados por el hecho de que el conductor se pasó en la velocidad máxima? Sé que los hay, pero digámoslo, son los menos (Yo mismo no lo hago).


Independeintemente de las responsabilidades que pueda haber para que éste viaje terminara así, muchas de las personas que hoy murieron podrían haberse salvado con el simple gesto de haberse puesto el cinturón de seguridad. El problema es que no tenemos la cultura precísamente de eswo, de la seguridad, de cuidarnos la vida; no hacemos caso, nos da lo mismo lo que nos digan las advertencias, el no maneje si toma, no sobrepase la velocidad, no adelantar, no fumar, no correr en las escaleras, y otros tantos "noes".


Es una pena que la gente que iba en ése bus haya tenido ese final, de verdad. Pero lo peor es que sus muertes no van a servir más que de pena infinita, o de trauma o lo que sea para sus familias y amigos. Mañana mismo habrá gente tomando un bus que, por supuesto, ni siquiera se va a preguntar si debiera usar el cinturón. Yo me estoy fumando un cigarrillo a pesar de que la mitad de la cajetilla está ocupada por la foto de una guagua que se está asfixiando y probablemente antes de que termine esta semana van a tener que sacar a unos cuantos tipos y varias botellas de alcohol de entre los fierros retorcidos de un auto reventado.


No, la muerte no sirve para nada. Para nada más que morirse. No sirve hasta que nos llega a nosotros.

1 comentario:

  1. Hermano mío hoy te recuerdo más que nunca, leo tu blog y no sabes el sentido que me hace. A ti la muerte te encontró de forma temprana, y no fue tu culpa o irresponsabilidad, tal vez si así fuera tendría una excusa para haberme enojado contigo, pero en cambio no tengo a quien o que culpar. Quizás a la vida, por ser injusta, quizás a mí mismo por ser egoísta y extrañarte tanto, queriendo que estés aquí, pero sé que eso no sería lo que querrías. Mi vida sigue yendo bien, como lo esperabas en el último mensaje que me enviaste, mis metas y objetivos se van cumpliendo, aun cuando ya no son los mismos que conversábamos, pero no tengo duda que como buen reportero eso ya lo sabes, y que de una forma u otra estas siempre conmigo. Te extraño, te quiero, me haces falta. nos vemos hermano en la ruca, en alguna piscola, viendo un partido de Chile, o donde sea que disfrutábamos la vida, hoy lo hago sin ti, pero espero en el futuro poder abrazarte en el cielo.

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