Hugo Chávez, el presidente de Venezuela que se ha hecho famoso por comparar a Bush hijo con el demonio, criticar a Obama y tener una actitud de la que con suerte el mismo se salva de las críticas, apareció de nuevo. Esta vez, disparó contra el Arzobispo de Caracas y lo calificó de "troglodita" por hablar en contra del comunismo.
Tal parece que las cosas no han cambiado mucho en los últimos 50 años. Más allá de los avances de la tecnología, podemos seguir viendo las eternas divisiones causadas por líderes que representan ideologías o credos diferentes, a veces, sin siquiera ser realmente representativos de las posiciones de los pueblos o la gente a la que simbolizan en su liderazgo.
Hugo Chávez, Fidel Castro, Barack Obama, Sebastián Piñera o Mahmud Ahmadineyad (presidente de Irán), no importa cuál sea el nombre, lo cierto es que se trata de líderes que en términos generales, presentan todos una misma característica: Tienen discurso, tienen cámara y luces encima, pero detrás de ellos, las cosas siguen en una estática preocupante, que no cambia y que no parece querer cambiar.
La curvas de educación o de calidad en la atención hospitalaria siguen en un constante vaivén de ciclos, la libertad de expresión sigue siendo una deuda en varios rincones del mundo y la pobreza aún no desaparece- ni siquiera se ha acabado la miseria- . Los tan manoseados Derechos Humanos- pareciera- sirven simplemente para rellenar una carta reconocida por la ONU o para condenar a los dictadores que conviene condenar.
Mientras en Chile se habla de la importancia del respeto por estos derechos fundamentales, en China se firmó entre aplausos un tratado de libre comercio, aun cuando gente común y corriente sabe que los productos hechos en China vienen de una mano de obra que sufre casi las condiciones de la esclavitud. Muchos de ellos, por cierto, niños.
Venezuela sigue siendo un país pobre, o al menos no la potencia de buen nivel de calidad de vida que debiera ser considerando los recursos que se tienen. Por su parte Estados Unidos tiene a un Novel de la Paz en la Casa Blanca que ha anunciado retiros de tropas en Afghanistán, pero que sin embargo está- silenciosamente- moviendo contingente junto con Israel a la frontera con Irán.
¿Cuáles de estas situaciones representan el verdadero sentir y la necesidad popular de sus representados? ¿Qué, de todo lo que se hace, apunta realmente a mejorar las condiciones de vida de los que más lo necesitan?
Estamos funcionando en un mundo en que los reales intereses que debiera cubrir la política se perdieron. Hoy no existe la política asi como tampoco la democracia.
Se está funcionando en torno a los intereses de conglomerados sociales, empresariales y/o políticos, que luchan por mantener el poder, por figurar y por seguir en las cúpulas para imponer un punto de vista, una forma de hacer las cosas, que se encuentra cada vez más lejos de estar en orden con lo que el simple votante algúna vez quiso.
La democracia como tal ya no existe. Por algo son cada vez más las ONG'S en todo el mundo y eso es algo bueno. El que haya organizaciones que se dediquen, por voluntariado, a cubrir los asuntos que realmente ayudan y producen beneficios para la gente, los animales y el medio ambiente, es una señal de que tan aturdidos no estamos, de que hay quienes se cansaron de esperar por las soluciones y, más allá de enarbolar una bandera de batalla y tirar piedras, actúan concretamente para lograr objetivos.
Que se queden ellos con sus premios Novel, con sus mayorías en las elecciones y sus torres de petróleo. Lo que se tiene que hacer, aunque de a poco, se está haciendo. Lo que nos queda a nosotros como ciudadanos simples, es mucho. Partiendo por no entregar el voto al "menos malo", por ser más exigentes con lo que se nos ofrece y por ser también más activos incluso en nuestro entorno más cercano. El simple ejercicio de saber cómo está nuestro vecino, de hablar cómo están las cosas o de decir que no estamos de acuerdo con algo en vez de quedarnos callados puede tener beneficios directos en nosotros y en los que nos rodean.
De alguna forma hay que comenzar a cambiar. De alguna forma hay que actuar para que no nos veamos total y completamente consumidos por el mundillo de lo superfluo. Sí, el precio del petróleo nos afecta, y también las guerras que pueda haber o no. Pero si empezamos en lo cercano, en lo que parece minúsculo, será mucho más posible abarcar en algún momento lo grande y que por ahora vemos lejano. Hay que trabajar por nosotros y los que vienen, aunque se vea imposible, aunque se trabaje como las hormigas.
Tal parece que las cosas no han cambiado mucho en los últimos 50 años. Más allá de los avances de la tecnología, podemos seguir viendo las eternas divisiones causadas por líderes que representan ideologías o credos diferentes, a veces, sin siquiera ser realmente representativos de las posiciones de los pueblos o la gente a la que simbolizan en su liderazgo.
Hugo Chávez, Fidel Castro, Barack Obama, Sebastián Piñera o Mahmud Ahmadineyad (presidente de Irán), no importa cuál sea el nombre, lo cierto es que se trata de líderes que en términos generales, presentan todos una misma característica: Tienen discurso, tienen cámara y luces encima, pero detrás de ellos, las cosas siguen en una estática preocupante, que no cambia y que no parece querer cambiar.
La curvas de educación o de calidad en la atención hospitalaria siguen en un constante vaivén de ciclos, la libertad de expresión sigue siendo una deuda en varios rincones del mundo y la pobreza aún no desaparece- ni siquiera se ha acabado la miseria- . Los tan manoseados Derechos Humanos- pareciera- sirven simplemente para rellenar una carta reconocida por la ONU o para condenar a los dictadores que conviene condenar.
Mientras en Chile se habla de la importancia del respeto por estos derechos fundamentales, en China se firmó entre aplausos un tratado de libre comercio, aun cuando gente común y corriente sabe que los productos hechos en China vienen de una mano de obra que sufre casi las condiciones de la esclavitud. Muchos de ellos, por cierto, niños.
Venezuela sigue siendo un país pobre, o al menos no la potencia de buen nivel de calidad de vida que debiera ser considerando los recursos que se tienen. Por su parte Estados Unidos tiene a un Novel de la Paz en la Casa Blanca que ha anunciado retiros de tropas en Afghanistán, pero que sin embargo está- silenciosamente- moviendo contingente junto con Israel a la frontera con Irán.
¿Cuáles de estas situaciones representan el verdadero sentir y la necesidad popular de sus representados? ¿Qué, de todo lo que se hace, apunta realmente a mejorar las condiciones de vida de los que más lo necesitan?
Estamos funcionando en un mundo en que los reales intereses que debiera cubrir la política se perdieron. Hoy no existe la política asi como tampoco la democracia.
Se está funcionando en torno a los intereses de conglomerados sociales, empresariales y/o políticos, que luchan por mantener el poder, por figurar y por seguir en las cúpulas para imponer un punto de vista, una forma de hacer las cosas, que se encuentra cada vez más lejos de estar en orden con lo que el simple votante algúna vez quiso.
La democracia como tal ya no existe. Por algo son cada vez más las ONG'S en todo el mundo y eso es algo bueno. El que haya organizaciones que se dediquen, por voluntariado, a cubrir los asuntos que realmente ayudan y producen beneficios para la gente, los animales y el medio ambiente, es una señal de que tan aturdidos no estamos, de que hay quienes se cansaron de esperar por las soluciones y, más allá de enarbolar una bandera de batalla y tirar piedras, actúan concretamente para lograr objetivos.
Que se queden ellos con sus premios Novel, con sus mayorías en las elecciones y sus torres de petróleo. Lo que se tiene que hacer, aunque de a poco, se está haciendo. Lo que nos queda a nosotros como ciudadanos simples, es mucho. Partiendo por no entregar el voto al "menos malo", por ser más exigentes con lo que se nos ofrece y por ser también más activos incluso en nuestro entorno más cercano. El simple ejercicio de saber cómo está nuestro vecino, de hablar cómo están las cosas o de decir que no estamos de acuerdo con algo en vez de quedarnos callados puede tener beneficios directos en nosotros y en los que nos rodean.
De alguna forma hay que comenzar a cambiar. De alguna forma hay que actuar para que no nos veamos total y completamente consumidos por el mundillo de lo superfluo. Sí, el precio del petróleo nos afecta, y también las guerras que pueda haber o no. Pero si empezamos en lo cercano, en lo que parece minúsculo, será mucho más posible abarcar en algún momento lo grande y que por ahora vemos lejano. Hay que trabajar por nosotros y los que vienen, aunque se vea imposible, aunque se trabaje como las hormigas.
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