martes, 29 de junio de 2010

Que penca es ser penca.


Aunque haya quienes definitivamente no gusten del fútbol y quizás ya estén contando los días que quedan de mundial, este artículo- para variar- saca algunas reflexiones a partir de Sudáfrica.

Como quizás el 95% de los chilenos sabe, ayer la competencia internacional se acabó para nosotros. Una vez más vimos bailar Samba en las tribunas mientras los nuestros salían de la cancha con la cara larga. Pero el foco de este artículo tiene que ver no con la eliminación de Chile, sino con lo derrotada que está alguna gente de esta tierra que casi se cae del planeta.

Nuevamente se trata de opiniones vertidas en foros de noticias. Y una vez más, se trata de ver cómo hay quienes se dan el tiempo de escribir algo sólo por botar la amargura que les sale por los poros, esa que a veces se disfraza de ataque ultra nacionalista a los peruanos, de insultos contra el presidente o quien haya estado antes en La Moneda o, como ahora, de la suerte que haya tenido un grupo de representantes de nuestro deporte.

Sí, hablo de nuestro producto nacional intangible, el "chaqueteo". ¿Qué tendrá que pasar para que dejemos de ser campeones mundiales en prender el ventilador y dejar que salga lo peor de nosotros a todos lados? Sí reconozco que la mayor parte de los comentarios eran de agradecimiento, pero aún llama la atención cómo hay quienes son capaces de perder toda objetividad con el sólo propósito de "tirar mierda". Y por supuesto, también reconozco- y pido reconocer- que en algún sentido, todos tenemos nuestro lado- ventilador.

Que Bielsa se tiene que ir, que los jugadores son "pencas" y un sin fin de otras cosas. Más allá de lo válidas o no que puedan ser las opiniones, el hecho de que haya quienes se muestren inconformes con todo resulta preocupante. Quizás no tanto si se tratara de tipos que hacen nada y sólo están frente al computador esperando el momento en que se de la luz verde para opinar, pero el anonimato de estos foros deja abierta la puerta para pensar que detrás de las letras, puede estar cualquiera.

Esa actitud frente a la vida, esa forma de ver todo oscuro, de no poder ver el vaso medio lleno sino completamente vacío, no lleva a nada bueno. Ni al que opinó ni al grupo, a nosotros, a los que conformamos Chile. "¿No será mucho?" Podrían decirme. Quizás sí; pero los logros que seamos capaces de conseguir, en cualquier área- arreglar problemas con nuestros vecinos, por ejemplo- podrían verse seriamente truncados o derechamente fracasar si es que uno de esos eslabones oxidados está en el camino. Mucho más si es de los que toma decisiones importantes.

Las opiniones negativas, el "chaqueteo" como lo conocemos, ese afán casi enfermizo que nos ha caracterizado culturalmente a lo largo de los casi 200 años de historia que llevamos, es lo que nos hace caer una y otra vez a la hora de intentar alcanzar metas.

¿Pruebas? Hay incluso libros dedicados a analizar la naturaleza del pueblo chileno y el por qué no hemos sido capaces de, por ejemplo, lograr el desarrollo económico y social cuando oportunidades no nos han faltado.

Necesitamos aprender un par de lecciones de positivismo. No de sonreír con todo y a todo, pero sí de aprender a ver las cosas con otra óptica. Una un poco, aunque sea un poco más constructiva. Si nos parece que se jugó mal, entonces "hay cosas que arreglar", no "somos pencas y jamás vamos a cambiar"- como leí textualmente-. Esa forma triste de ver las cosas no hace más que borrar del camino situaciones o experiencias de las que podríamos aprender.

El tirar hacia abajo todo, el decir o pensar que todo lo que hacemos está destinado al fracaso es lo que nos hace "pencas", chatos, trancados, gente de paso corto. No endiosemos a cualquiera que se nos pase por delante, pero démosle algo de crédito a los esfuerzos. Por lo menos, por un poco de respeto a quien o quienes lo hicieron.

De todos modos, el partido fue harto penca...¿o no?

martes, 22 de junio de 2010

Pan, pelota, tetas y circo para el pueblo.

Una masa que piensa es quizás el mayor peligro para una minoría controladora, así como una masa que prefiere no pensar es el peor enemigo de sí misma.

Frente a la primera parte de esa oración es que se ha discutido y han nacido los mayores caudillos y personajes de nuestra historia como chilenos, sudamericanos, latinos e incluso humanos. Frente a la segunda parte, aún no se hace nada muy efectivo por cambiar las cosas.

Fútbol- o deportes en general- ofertas, tetas en la televisión y chismes. Eso es lo que llena la canasta que tenemos para recibir información en nuestro cerebro. No es que no pensemos- que es lo que da para pensar como primera impresión- sino que no queremos pensar. Eso es mucho más peligroso.

Uno de los blogs que se puede leer entrando al diario La Tercera, hablaba sobre el conflicto de los límites con perú. Es impresionante la cantidad de opiniones que se puede leer y que muestran que, al parecer, esa canasta esta saturada de falta de información, de nacionalismos sin sentido y de odios.

No queremos pensar. Por eso nos cae tan bien la nueva política del "pan y circo" que nos están dando como si fueramos palomas de plaza de pueblo. Mientras nos atacamos entre chilenos y peruanos, mientras nos fijamos en que a una bailarina se le salió una pechuga del vestido y celebramos los goles de Chile en el mundial, siguen pendientes las materias que de verdad importan y que tendrían una solución más completa con un poco de nuestra atención.

El gran problema que tenemos no es que haya unos pocos que controlen todo, sino que los dejamos hacerlo. Son dos las cosas que se juntan para que se de el escenario que tanto se critica pero sobre el que pocos actúan para poder cambiar. Primero, el hecho de que efectivamente es un puñado de señores hediondos a biblioteca el que toma las decisiones que nos afectan a todos. Segundo, que sabiendo que es así, dejamos que sea así mientras seguimos encandilados ocupándonos de otras cosas que al final del día no van a mejorar los asuntos desde la médula.

No hay absolutamente nada de malo en darse un relajo. En reírse de algo simple o banal, o incluso en poner atención a una mujer - u hombre, para las señoritas- agraciad@ por la naturaleza. Que se convierta en una actividad diaria o casi una religión es lo terrible.

Es difícil de todos modos el cambiar algo que es casi un hábito. Sin ir más lejos, para poder sentarme a escribir tuve que apagar la tele. Pero se puede, y hasta tiene cierto nivel de gratificación cuando uno se da cuenta de que pudo.

Quizás las soluciones a los problemas o temas que de verdad tienen peso en cómo vamos a vivir los próximos días no están a la vuelta de la esquina ni las vamos a tener en la cabeza este otro lunes, pero mucho más lejana se ve la posibilidad de hacer algo productivo si ni siquiera se hace el intento. ¿Estaré equivocado? Probablemente. Pero al menos para que me digan que lo estoy, el o los que lo hagan tendrán que renunciar un rato a la dieta de pan, pelota, tetas y circo de la que hablo.

Ahora, si alguien puede encontrar soluciones a partir del mundial, la modelo de turno o cualquier cosa así, entonces haga que jamás leyó esto y yo...yo me voy a acostar.

jueves, 17 de junio de 2010

Un sueldo sin un mínimo de ética.

El despelote es el siguiente: Por estos días se está discutiendo en el Congreso el reajuste del sueldo mínimo obligatorio. Actualmente, lo que se paga es la impresionante suma de $165 mil.

La propuesta hecha por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) apunta a lograr que el reajuste sea de un 6%, es decir, que el suculento sueldo suba aun más a un total de $175 mil. El Gobierno dice que no, y propone como contraoferta un reajuste del 4%, que en buen chileno quiere decir, subir el sueldo en menos de "luca quina".

A todo esto, por parte de la oposición, se indica que la Democracia Cristiana pretende que el reajuste sea tal que el sueldo quede en $180 mil. ¿La respuesta del Gobierno? Que ellos- la DC- serán quienes se tendrán que hacer cargo de que el sueldo quede tal cual como está; descartando de plano las aspiraciones de los falangistas.

Como último detalle, vale la pena decir que el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, calificó de "razonable" el reajuste real que pretende el Gobierno, que es de un 1,5%. "El doble del año pasado". Según sus palabras, con eso se "aumenta el poder adquisitivo y cuida los efectos del empleo".

Pero ya basta de los entretelones de la teleserie política. Vale la pena partir preguntándose qué familia puede vivir con un sueldo como ese; o bien, cuáles son los criterios que se ocupan para considerar el sueldo mínimo actual- o al que se aspira a llegar- como suficiente para que una sola persona cubra sus necesidades mensuales. Personalmente tengo un ingreso en torno a los $160 mil y con suerte logro llegar al último día del mes. Y eso que no tengo deudas.

Hay un punto en el que no hay culpa del Gobierno de turno ni de uno anterior sino que hay un tema cultural- laboral. Resulta que si el sueldo mínimo se fija en un monto como el que propone la DC, habrían efectos sobre el empleo; vale decir, habría despidos. ¿Será que las empresas están funcionando tan justas de presupuesto que no pueden subir así los sueldos? Probablemente lo primero que podrían decirme es que una subida tan notoria se traduce en millones de pesos, pero ni la situación empresarial está tan mala como para no poder hacerlo, ni se trata de dineros perdidos. Lo que la empresa gasta en esos sueldos, los empleados lo gastan en comprar en las mismas empresas en que se aumentaron los salarios.

Están jugando a la ruleta rusa. Están intentando hacer que la máquina funcione con respuestos de tercera y parchando las cañerias con chicle. Y desde La Moneda- y parte del Congreso- les están vendiendo los chicles. Tanto el sueldo mínimo como el ingreso ético prometido por el presidente Piñera- de $250 mil para una familia de 5 personas- son montos insuficientes, y si bien el Gobierno puede alegar que el ingreso ético está dentro de lo que se puede dar, las empresas, que sin trabajadores no funcionan, sí pueden sacarse uno o dos cocodrilos del bolsillo y rebajar aunque sea un poco los "sueldos mínimos" que hay en gerencias u otros departamentos.

Quizás un ejercicio práctico y útil sería que nuestros parlamentarios intentaran vivir unos cuantos meses con sueldos mínimos. Quizás también sería bueno y práctico para quienes manejan las cifras de empleo. Quizás la voluntad no está por el simple hecho de que "al que no le gusta se puede ir". Todos saben que por uno que sale, hay unas cuantas decenas detrás dispuestas a trabajar por lo que sea.

Al final, entre sueldo mínimo e ingreso ético, desde algunos sillones del parlamento y La Moneda, parece que no hay un mínimo de ética.

lunes, 14 de junio de 2010

Ella parece juguete, sabian?

Hay partes de un diario que se leen sólo cuando el sueño es escaso, no hay mucha inspiración y se está buscando algo que la traiga. Cuando la cosa no fluye hay que ponerse exigente. Por eso, a las cuatro de la mañana, una "noticia" sobre Paris Hilton en La Tercera, increíblemente da para plantearse ciertos puntos, son una especie de información que da el anti- golpe noticioso, eso que no afecta a la sociedad, que no es lindo, no tiene honor.

Y sí, leí algo de la rubia del norte, que sostenía que le halaga que la comparen con una de las populares Barbies. Sorprendente.

No soy fanático de la seriedad ni un "tonto grave", pero sí me gusta el ocio, la diversión y el humor con algo más de clase. Quizás sea un poco duro decirlo, sí, lo admito, pero al leer cosas como ésta, en que el trabajo de alguien es tener millones y gastarlos mientras se decolora con los flashes; y más que eso, saber que efectívamente hay gente que se intereza en la vida y obra de estos ídolos de goma, no está ni cerca de ser algo que nos aporte o estimule a algo. El mundillo de las estrellas- tanto internacional como local- es alpiste para el cerebro.

Sí hay que hacer la diferencia entre estrellas de cartón y de las de verdad, que son de lino, hechas a mano, esas que se dan de a una en mil. Las de cartón son las que se dan en serie, que llegan a una cúspide de segunda mano, a costa de besos, peleas, etc. Esas son las que nos llenan la cabeza de alpiste. De ese que se mete en los ojos y no deja ver más allá.

Estamos siendo buenos para regalonearnos, muy buenos. Pero culpa nuestra no es. Sí lo es el darnos cuenta y no hacer algo.

Personalmente, intento escribir algo que pueda ser útil, aunque sea para no estar de acuerdo. Es necesario ir más allá a veces. Hasta de la idea más estúpida que tengamos sale algo que ayuda para dar con un resultado final más completo.

Si a alguien le interesa en demasía lo parecida o no que una multimillonaria parezca muñeca, no pretendo ofender, pero debiese poner la alarma y despertar a lo que el alpiste de cerebros "marca ACME" no le deja ver. Si después de eso le sigue interesando más la rubia Paris, sea feliz.

A todo esto, Paris Hilton de verdad se parece a una Barbie, ja.

viernes, 11 de junio de 2010

¿Y hay más que un mundial en África?


Ya se dio la partida oficial al Mundial de Sudáfrica. Baile, canto y el entusiasmo de los miles de hinchas que llenaron el estadio en Johannesburgo son ingredientes infaltables en cada cita mundialista. ¿Lo nuevo? La sede. El continente africano, el lugar desde donde- se supone- surgió nada más y nada menos que la raza humana como la conocemos hoy.

Resulta curioso- y un poco triste- darse cuenta de que tiene que hacerse una fiesta deportiva para que África llame nuestra atención por más de unos días. No hay campaña para combatir el hambre que dure en nuestra memoria un mes. Con suerte una semana.

Tuvieron que posarse encima del continente olvidado una serie de cámaras y luces, además del negocio mundial del fútbol, para que nuevamente recordáramos que hay un lugar del mundo donde los avances tecnológicos de la comunicación no han llegado como a nosotros. Donde el hambre es el pan de cada día, donde las dictaduras y la opresión son el sol que sale por el horizonte mientras millones sufren injusticias que ningún gobierno poderoso lucha por remediar.

Es bueno que se haga este mundial allá. Es bueno que de cierta forma, por insignificante que sea, recordemos nosotros y les recordemos a ellos que están vivos y que quizás, algún día, las cosas van a andar un poco mejor. Sin la necesidad de luces y cámaras. Más allá de las paredes de un estadio y con cantos, bailes y celebraciones en honor a una felicidad de verdad, no a la inauguración de un acto que al final del día se llevará sus cámaras y luces para dejar nuevamente al continente negro sumido en la oscuridad.

lunes, 7 de junio de 2010

16 millones de locos. ¿Por qué no?

La fiebre del mundial, guste o no, ya está instalada. Noticieros, programas de televisión, radios y periódicos llenan sus espacios hablando de lo que va a suceder, de las expectativas en torno a la selección chilena y de los equipos, sus lesionados, quienes podrían ser figuras y demases.

Y como resulta típico e inevitable, la cultura, la forma de ser de los chilenos aflora de mil y una maneras. El exitismo, la ilusión de que vamos a ser campeones del mundo o las críticas y opiniones respecto a las cosas que hace o deja de hacer el técnico que, lejos, ha sido quien más profesionalismo ha implantado en los zapatos y camisetas de quienes representan al país, nos llenan la cabeza y el corazón en la medida en que más se acerca el día del pitazo inicial para Chile.

Y más allá de lo que nosotros pensamos, está la opinión extranjera. Los ránkings que indican que Chile está elevado en las apuestas, las palabras de los especializados extranjeros, la posibilidad de ser una "sorpresa" en la cita mundialera, etc.

Sin embargo, lejos del campo de juego, hay algo que llama a la reflexión. Los logros, las cosas que han hecho que nuestra selección haya clasificado de la forma que lo hizo, ganando afuera, ostentando el estandarte de tener al mayor goleador de nuestras eliminatorias y sólo superados por Brasil en la tabla de posiciones, se deben a un sólo concepto: Profesionalismo.

Es por la gestión que ha habido en la Asociación Nacional de Fútbol y por el trabajo de Marcelo Bielsa y Compañía que el combinado nacional ha hecho el camino exitoso que ya todos conocemos. Y en buen chileno, "pucha que se disfruta".

Si tantas alegrías nos traen los frutos de un trabajo de alto nivel de seriedad y profesionalismo, ¿No resulta obvio que es justamente eso lo que nos hace falta como pueblo para tener aún mayores frutos en otras áreas?

Si en vez de bajar a fumar en la oficina espero y termino el trabajo; si no cobro más de lo que corresponde ni busco siempre la forma de "hacer leso" al que tengo al frente, ¿No será posible pensar que también podríamos ver frutos y triunfos producto de esa forma profesional, seria y completa de hacer las cosas?

En vez de endiosar a Bielsa (que por supuesto merece todo el reconocimiento que se le ha dado ) debiéramos seguir el ejemplo. Debiésemos entender que lo que él está haciendo, todos lo podemos hacer, todos llevamos un poco de "loco" dentro.

No ocupemos sólo la banca de los espectadores en la vida. Hay que considerar como un deber el sentarse de técnico, el mojar la camiseta, trabajar duro y entrenar mental y culturalmente con el sólo objetivo de ser grandes. No frente a otros, porque lo primordial en este caso no es ver a quién se deja atrás en una tabla de posiciones ni si hay, allá afuera, alguien que prefiera apostar por nosotros. Eso, cae por su propio peso. Eso está en la canasta de los frutos.

Si queremos sentirnos realmente orgullosos de Chile, con fundamentos reales y no sólo cuando cantamos el himno o cuando ganamos un partido de fútbol histórico, debemos, de una vez por todas, jugar el partido más importante, ese que se juega dentro de cada uno y entre todos juntos, para vencer los vicios que nos hacen estar siempre "al filo del salto" y dar definitivamente el paso que falta.

Somos grandes, pero no vamos a meter la pelota al arco mientras no juguemos como los verdaderos grandes, los que, aún sabiendo que tienen el talento, entrenan incluso más que sus compañeros y ponen el cien por cien a cada cosa que hacen, sin importar si esa pasión les regala el apodo de "loco".

miércoles, 2 de junio de 2010

Si quieren opinar, levanten la mano.

Los resultados del SIMCE- disponibles en cualquier diario- nuevamente mostraron que la educación chilena es una deuda. Una deuda histórica con la gente que no tiene acceso a la educación privada, y con los profesores que hace ya un buen tiempo han dejado de ser considerados como importantes (excepto en período de elecciones).

Por otra parte están los estudiantes. Esos típicos manifestantes que se repiten año a año en la Alameda gritando consignas, tirando panfletos y después de un rato, corriendo por todos lados para librarse de Carabineros- y sus gases y chorros prepotentes de agua- o de los que van simplemente a jugar tiro al blanco y botar rabia.

Sin decir que esté de acuerdo o no con los desmanes y la violencia en general, se le debería dar espacio y peso social a los jóvenes. Las energías que hacen falta están ahí.

Si un hombre de negocios quiere saber qué hacer para mejorar su empresa, tiene que, indudablemente, pensar en lo que quieren sus clientes. El alumno es un cliente educativo, un "cliente mental" que tiene opinión y sabe a qué le está "echando de menos".

La idea de crear una reforma en la educación siempre ha estado presente en la cabeza de los presidentes, pero hasta ahora pareciera que no pasan el exámen, al menos en cuanto a trabajo grupal. Los resultados del SIMCE son una señal, un síntoma que no se está viendo de buena forma. Si la educación está enferma, está buscando la solución con un mecánico, no con un doctor.

No se trata de dar pleno poder o aplaudir todo lo que digan los jóvenes, no. Los conocimientos y la experiencia están del otro lado esta vez. Pero sí se trata de saber dónde está la traba, hay que revisar todas las piezas de la máquina y entender que más allá de las estadisticas están las voces. En los sesenta y setenta la juventud tuvo mayor peso, y si bien no se encauzó siempre de la mejor forma, la energía produjo unos cuanto cambios.

Si se pretende mejorar de verdad la educación, no aparece como el mejor camino exigir más y más desde una edad más temprana- algo que hasta se ha disfrazado de entretención- sino poner una silla para todos los que tengan una voz en la mesa. Sabiendo lo que pasa por la cabeza de los jóvenes, por disparatadas que parezcan algúnas propuestas, se puede llegar siempre a un resultado más completo.

Ya que somos tan buenos en Chile para imitar lo que viene de afuera, debiésemos seguir ejemplos más positivos que cambiar el sistema de clave para las tarjetas de crédito, y bajar el impuesto al libro, sólo por dar un ejémplo. Si se pretende tener logros de verdad, sería positivo dejar opinar. Ordenaditos eso sí, levantando la mano y con voz firme y fuerte para que todos puedan escuchar.

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