lunes, 26 de julio de 2010

Sin derecho a indulto (Ni opinión).

Hace ya casi una semana, con mucha expectación, bombos y platillos, la Iglesia Católica entregó oficialmente al Presidente su propuesta de aplicación de un indulto con motivo del Bicentenario de la República.

Frente a lo que se propuso, ya hay una respuesta de parte del Gobierno que se mostró contrario a la aplicación del indulto general (como lo proponían en principio los religiosos) y que, con Piñera a la cabeza, dejó en claro que de otorgarse el beneficio exclusivo- sólo el presidente puede darlo- sería para ciertos casos que se examinarían uno a uno. De paso, también se dejó fuera la posibilidad de que el indulto fuera aplicable para condenados por violaciones a los Derechos Humanos, abusadores de menores, asesinos, entre otros.

Más allá del nivel de acuerdo en que puedan estar, el hecho de que en numerosos artículos de prensa o espacios de radio y televisión se haga notar con marcador que es necesaria la separación de la Iglesia como institución con el Gobierno, me hace sentir y pensar en una cierta alergia, algo semejante a ser quisquilloso, o a ese "andar saltón" que tienen los que han robado y quieren ocultarlo o los que hace mucho ya no tienen vacaciones.

Para los que de inmediato intentan descartar las acciones u opiniones que pueda emitir la Iglesia, trayendo a colación la revolución francesa, la separación de los poderes del estado y hasta rasgándose la pechera dispuestos a defender la secularidad; pareciera conveniente el hacer una comparación de dos puntos.

Anteriormente escribí sobre el matrimonio homosexual, que en Argentina fue aprobado y que recibió los vítores de quienes también hablan de la necesidad de un gobierno independiente de los conceptos morales o criterios de la Iglesia. Defienden la posibilidad de que las personas de un mismo sexo se puedan casar y puedan andar de la mano a todos lados sin ser discriminados o sin que se haga diferencia alguna, sacando a relucir el escudo y la lanza de "las minorías" y del derecho a igualdad, a expresión y libertad.

Sin el ánimo ínfimo de criticar, me pregunto entonces cuál es el punto de vista que se puede tomar cuando una institución religiosa da su parecer- y propone, no se limita a criticar- en una materia tan delicada como la aplicación del perdón frente a quienes han sido privados de libertad- es decir, de pertenecer realmente a la sociedad- por delitos frente a los que han mostrado arrepentimiento o por los que han cumplido una serie de requisitos que los hacen considerables a la hora de hablar de indulto.

No queda más que aplicar la misma lógica de las "minorías". Hay quienes argumentan que la Iglesia hace mucho ya dejó de ser mayoritaria en Chile. Mayor razón entonces! Si es que ya no es esa "gran masa" y está haciendo una propuesta que no apunta sino a buscar un beneficio ¿Por qué entonces es posible ver una reacción tan ácida desde algunos sectores sociales? ¿Por qué aparecen los ofuscados, los tembleques, los amantes de la anarquía, desacreditando de inmediato la actuación de una institución religiosa? ¿Y por qué no se ataca de la misma forma a los evangélicos que también hicieron su entrega de propuesta?

Si los mapuches presentan una idea para repartir las tierras o para convivir de manera autónoma pero en paz ¿También se les va a desacreditar de la misma forma? A veces, aunque no nos caiga bien el de al lado, hay que ser un poco más humildes y reconocer que puede tener una buena idea.

Por otra parte, llama la atención cómo una propuesta seria como la que se presentó fue desechada en tiempo récord por parte del gobierno. Mejor dicho, por parte del presidente, ya que es una materia donde la decisión exclusiva recae en su figura omnipotente. En cuatro días ya tenía resuelto dar de baja la idea. Quizás podría aplicar los mismos principios de eficiencia con temas como la venta de Chilevisión o de las acciones de Colo- Colo. Aunque no esté obligado por ley a vender éstas últimas, se "vería más lindo" si lo hiciera.

La respuesta social al hecho de que la Iglesia haya presentado una idea de indulto es lamentable. No son pocos los foros en medios de comunicación donde algunos hasta agradecen el hecho de que los católicos estén yendo a la baja dentro del país. Y personalmente no soy de los que lamenta o celebra el dato. El punto que pretendo remarcar, es que, si bien la idea de una religión con poderes gobernantes no es la mejor de todas, tampoco lo es el pasar al extremo opuesto desacreditando absolutamente todo lo que de esa fuente salga como propuesta. Muchos fanáticos de la anti- religiosidad olvidan que en tiempos difíciles eran esos mismos curas a los que ahora consideran inapropiados para opinar en una materia como esta, los que les salvaron familiares e incluso a ellos mismos.

No hay que ser amigo de los extremos. El obrero no es enemigo del empleador ni éste un depredador del primero. Ésa lógica es la que nos ha hecho fracasar política y socialmente hasta ahora. Es de tontos aplicar la misma filosofía entre los que creen y no creen, los que se persignan y los que no. Al fin y al cabo, el país sigue siendo igual de angosto y de alguna forma hay que lograr acomodarse.

domingo, 18 de julio de 2010

Relación conflictiva (Parte I)

En las calles de Buenos Aires se pudo ver, por primera vez en la historia sudamericana, la celebración ciudadana más grande que haya habido sin motivos electorales, deportivos ni por el derrocamiento de una dictadura. El pueblo argentino llevaba tiempo ya debatiendo sobre el derecho o no de los homosexuales a poder casarse y, luego de una discusión parlamentaria de cerca de 15 horas, la decisión fue positiva para las llamadas minorías sexuales (que parecieran ser cada vez menos minoritarias).

¿Y Chile? Muy bien, gracias. Si bien es predecible que en algún momento el debate se va a instalar de frentón en nuestra sociedad- ya ha habido algunos atisbos- pareciera que falta un largo trecho para llegar a una instancia decisiva como ocurrió al otro lado de la cordillera.

Pero, más allá de lo que vayamos a demorar en tomar el tema como algo serio y no sólo como un gancho propagandístico en tiempo de sonrisas y apretones de mano con miras a las urnas; vale la pena quizás hacer un planteamiento básico y simple de consideraciones sobre este "nuevo matrimonio" que, con detractores o no, se va a instalar en la mesa de discusión tarde o temprano.

En Argentina podemos tener el ejemplo de lo que el tiempo demostrará que significó esta decisión. Quizás sería bueno tener algo de prudencia y aguantar las ganas de estar en el escenario de protagonistas, para observar al menos en parte de qué forma se podrían dar las cosas de este lado de las montañas.

La decisión tomada en la tierra del tango tiene múltiples matices dignos de tener en cuenta. Uno, es el hecho de que se trata de una elección definitiva. Dar a las parejas homosexuales el derecho de contraer matrimonio no es como fijar un impuesto temporal. Si las cosas no se dan como se esperaba, si es que hubiese alguna repercusión negativa en la sociedad a raíz de los matrimonios - y adopciones, ya que van de la mano- el estado no podrá llegar y decir "no va más". Sería restringir un derecho civil que él mismo otorgó en un determinado momento, y las cosas podrían ser aún peores con una revocación de ese tipo. Es decir, el hecho ya se consumó, lo que de aquí en adelante venga, será toda materia nueva sobre una base inamovible.

Otro punto es el guillotinazo que le da el estado como ente a una Iglesia Católica- junto a otras religiones- dolida. No se debiera ver como una pérdida de poder por parte de ésta última, sino como un espaldarazo a los partidarios del gobierno por sobre credos. Sin embargo, el concepto de matrimonio y la consideración clásica de la heterosexualidad en este contrato- a ojos legales- son a su vez casi dogmas estatales históricos heredados de una España conquistadora que- curiosamente- también ha aceptado la unión nupcial entre personas del mismo sexo.

Teniendo en cuenta eso, es posible observar que quizás la aceptación de este nuevo vínculo vaya más por las características clásicas de una ideología política representada en este momento por la presidenta de Argentina, que por un espíritu republicano de verdad, que apunte al hecho de que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos.

El concepto de familia cambió. Y no sólo en Argentina, sino para toda Sudamérica, aunque el resto de los países nos demoremos 500 años más en aprobar una modificación así. Si es que se aprueba.

Como un punto aparte, está el hecho de que, se quiera o no, la jugada política de la presidenta Kirchner, fue- hasta el momento- perfecta. Hoy las minorías ya no lo son tanto, cada vez tienen más poder y en ocasiones tienen la habilidad para camuflar deseos o aspiraciones entre las líneas de los tan delicados pero manoseados Derechos Humanos. Un tema de cristal en esta parte del continente que de inmediato concentra las cámaras y las sonrisas de candidatos que quieren ganar el apoyo de estos grupos.

Acá en Chile también se usan estos temas para ganar votos. En menor escala si, pero se usan. La diferencia de Kirchner es que ella no se quedó en las palabras de debate y concretó su jugada.

Podría interpretarse que soy mal pensado al creer que esto tiene que ver con una estrategia ideada desde la Casa Rosada con miras a ganar popularidad, pero basta con considerar un punto claro, objetivo, preciso y conciso: En la actualidad, cualquier pareja homosexual que quiera compartir una vida fijando condiciones económicas, de salud u otras materias, puede hacerlo. No hay ley que lo prohíba, es tan simple como ir a un notario y que ambas partes se muestren conformes al arreglo poniendo su firma.

No hay una falta a los Derechos Humanos en el hecho de no reconocer la posibilidad a personas de un mismo sexo de contraer matrimonio. Quizás sí puede decirse de una sociedad que hace suya esta posibilidad, que es más abierta, menos conservadora o que ve las cosas con un prisma diferente, sin querer estar diciendo tampoco que los que no toman la opción sean países malos, retrógrados o intolerantes. No caigamos en el pecado de obligar o sentirnos obligados a aceptar de todo por no ser "discriminadores". Opiniones hay en todo y para todo.

Nuestros vecinos ya decidieron y, de paso, comenzaron la cuenta regresiva para que las mismas aspiraciones crucen con más fuerza la cordillera y de una vez por todas se instalen en nuestro país. Lo que finalmente ocurra, va a depender de lo que comencemos a considerar, apreciar y debatir desde ahora.

domingo, 11 de julio de 2010

Comunicación saludable a la venta!


Según un estudio realizado por el neuroeconomista Paul J. Zak, el uso de las redes sociales como Twitter, Facebook y MSN, ayuda a desarrollar las capacidades de empatía de las personas, así como también reduciría los niveles de estrés.

Parece un dato curioso y que hasta puede pasar inadvertido o como algo interesante, pero creo que es un tema digno de analizar, quizás lo suficiente como para hacer un alto y pensar, leer entre líneas y efectivamente darle un par de vueltas para ver qué es lo que realmente nos están diciendo.

Según el texto, el uso de twitter hasta tendría efectos productivos para la salud, al rebajar los riesgos de tener "infartos cerebrales y al corazón que estarían asociados a la falta de apoyo social" de quienes no usan el programa.

Suena convincente pero ¿no será como mucho? Es decir que ahora, por usar Twitter o cualquiera de los otros programas ¿hasta se verá beneficiada mi salud? Bien, démosle carta blanca a la idea. Aún así, ¿no resulta obvio que la interacción directa resulta mejor? Pues según lo que se explica, en el momento en que las tecnologías estén ya lo suficientemente desarrolladas, podremos engañar al cerebro de forma tal que teniendo un holograma frente a nosotros vamos a poder llevar a cabo las interacciones tal y como si tuviéramos a nuestro interlocutor en frente.

Me niego. No soy un anti- tecnología ni mucho menos- es más me confieso usuario activo de plataformas sociales electrónicas- y creo de verdad que los avances que puede lograr el hombre son increíbles y beneficiosos mientras se les de un buen uso, pero que se den casos como este en que se busca potenciar el uso de estas redes planteándolas casi como el amanecer de una nueva era en las relaciones, me parece algo un poco extremista y hasta peligroso.

¿Acaso las publicidades de estos programas también son beneficiosas para nosotros? Puede que Twitter aún no esté sumergido en el océano de avisos y propagandas que hay en la red, pero no me suena loco pensar que falta poco para eso.

Ciudades para niños en las que les enseñan a usar dinero y aprender de las complejidades del mundo de los adultos y notas periodísticas que hablan de estudios sobre lo beneficioso que es "compartir" con los demás estando sentado frente a un computador. ¿Soy yo o no es algo que suene precisamente bien? ¿Para poder rebajar mis niveles de estrés y desarrollar la empatía con mis semejantes entonces tengo que pasar más tiempo en mi pieza encerrado y encadenado a la pantalla de mi monitor?

Quizás suena un poco más lógico pensar que la empatía y el estrés se ven modificados por el hecho simple y básico- tan antiguo como nuestra misma existencia- de comunicarnos.

No se trata de que el programa computacional sea el beneficioso. No cometamos el error de tomarlo así. Las plataformas de Internet lo que hacen es facilitar la comunicación espontánea, acercar a los lejanos y quizás un sin fin de cosas, pero la comunicación en sí no es una gracia de san Twitter ni de Facebook ni de nada semejante. Creer que son estos programas los que propulsan los beneficios para la salud que se les atribuyen, es tan absurdo como decir que entonces, antes de que existieran, la gente estaba más estresada y quizás hasta tenía peor salud.

No, no son los programas, somos nosotros. Quizás se deba hacer un experimento más lógico y humano a la vez. O derechamente podría promoverse, por ejemplo- y con real voluntad- el fortalecimiento de los lazos con la familia, la base donde se aprenden las primeras y más importantes nociones sobre lo bueno que es comunicarse y saber cómo hacerlo. Si la sociedad- y sobre todo los que concentran el poder de los medios, el dinero o la política- se planteara la meta de mejorar ése tipo de vínculos, no sería necesario un programa computacional para obtener los beneficios que ahora se les atribuyen a estos.

Lo que nos falta es eso, comunicarnos. Y es una gran ironía que sea así cuando estamos llenándonos la boca y los oídos todo el tiempo con la idea de que estamos en la "Era de las comunicaciones". Tal parece que se le llama así no por el sentido de la interacción entre nosotros como individuos, sino por el poder que ejercen los medios como canal para comunicar lo que se quiere comunicar y lo que nos quieren comunicar.

Que un tipo cualquiera pueda mejorar sus condiciones de salud y de relación social mientras está sentado frente al monitor no es más que un títere, una figura que lo que hace es vender muy bien un muy buen producto. De que hay ventajas frente al uso de estos servicios las hay y eso no se discute, pero de ahí a promoverlos casi como un estilo de vida que nos va a reportar beneficios incluso para la salud y que, en algún momento, será posible dejar de lado incluso la tan antigua, exquisita y realmente positiva experiencia de estar sentado frente a otra persona o grupo de personas, por lo menos- y siendo quizás muy prudente- parece una estrategia frívola de marketing basado en una pseudo aplicación de la ciencia.

miércoles, 7 de julio de 2010

No hay que tomarse el humor en serio.

El pasado domingo, en TVN, Stefan Kramer hizo una presentación humorística en que imitó a Marcelo Bielsa y Sebastián Piñera, haciendo una parodia de la situación de "revuelo" que se dio cuando los dos personajes- los reales- se encontraron en La Moneda y el argentino no fue precisamente entusiasta para saludar al presidente.

Dos o tres días después del programa, se podía leer en diarios que desde el palacio de gobierno había habido mucha molestia por el sketch humorístico y que, sobre todo, la presencia de la ex presidenta Bachelet y el trato "dulce" que se le había dado había despertado suspicacias.

Frente a esto, primero que todo pareciera que seguimos en la política de "inflar" las cosas más de lo necesario. Que el seleccionador nacional de fútbol y el Presidente de la República no se hayan dado un abrazo cordial no debiera ser tema- al menos no de portadas- en un país donde todos los días ocurren cosas mucho más importantes.

Pero por sobre lo poco o mucho que se hable de ese capítulo, hay otra cosa que quisiera rescatar. ¿No estaremos un poco graves?

Cuando se habla de desarrollo de un país se debe abarcar un conjunto de ideas y conceptos que, grupalmente, hacen que una nación sea efectívamente- valga la redundancia- desarrollada o no. No se trata sólo de un tema de índices económicos o niveles de exportación e importación. Hay algo más, hay un asunto de cultura, de costumbres, de desarrollo armónico con el ambiente y de sociedad en general.

El hecho de que se produzcan saqueos después de celebrar un triunfo deportivo habla de que el mencionado desarrollo al que se pretende llegar está lejos. Y también lo señala la falta de humor, la falta de un criterio para entender que el acontecer nacional, lo que vemos todos los días, puede ser objeto de transformación para sacar risas.

Hace algunos días tuve una conversación con Juan Carlos, el "Palta" Meléndez. Un hombre que, guste o no, tiene experiencia en el ámbito del humor político.

Como conclusión del diálogo, estuve de acuerdo en su opinión de que en Chile el humor político es asunto delicado. Los que están detrás, quienes auspician espacios televisivos o diferentes tipos de autoridades, no hacen posible que se de un desarrollo pleno de esta rama del humor. Y sinceramente, creo que se trata de una equivocación.

Deberíamos aprender un poco más sobre la ciencia de reírse de sí mismo. De nosotros como país, como sociedad, de saber dar un tono algo más liviano a lo que nos pasa y lo que vemos por televisión día tras día, para así volver menos agobiantes las vidas.

Hace ya 20 años que Chile recuperó- supuestamente- su democracia, sin embargo pareciera que cuando se trata de expresar pensamientos, ideas, opiniones, o de trabajar en áreas tan saludables como un humor bien hecho, nos siguen pesando las huellas históricas del "eso es incorrecto" o "mejor no lo digas".

Quizás se trata de cambiar un poco la concepción de que, por hacer humor sobre algo o alguien, se está haciendo una burla, una falta de respeto a quien sea incluido en una rutina. Señores! el ser personaje público requiere de tolerancia, de apertura mental y de altura de miras! Si dedicaron su vida a la luz pública, entonces sepan que no sólo los aplausos están disponibles, sino también las críticas y las risas. Aprendamos a reír, a mirarnos como sociedad y darnos cuenta de que efectivamente hay cosas que son para la risa, que hay cosas de las cuales es mejor reírse y que enfrentar las cosas con humor, puede- en la mayoría de los casos- dejar incluso una mejor impresión que las caras serias, las quejas formales, las suspicacias o el golpeteo del puño sobre la mesa.

Que bueno sería ver nuevamente a Los Topins. Lamentablemente, creo que si hoy aparecieran, más de alguien por ahí dejaría su despacho para salir de caza. Y eso lo digo en serio, Ja.

lunes, 5 de julio de 2010

Aunque se trabaje como las hormigas.

Hugo Chávez, el presidente de Venezuela que se ha hecho famoso por comparar a Bush hijo con el demonio, criticar a Obama y tener una actitud de la que con suerte el mismo se salva de las críticas, apareció de nuevo. Esta vez, disparó contra el Arzobispo de Caracas y lo calificó de "troglodita" por hablar en contra del comunismo.

Tal parece que las cosas no han cambiado mucho en los últimos 50 años. Más allá de los avances de la tecnología, podemos seguir viendo las eternas divisiones causadas por líderes que representan ideologías o credos diferentes, a veces, sin siquiera ser realmente representativos de las posiciones de los pueblos o la gente a la que simbolizan en su liderazgo.

Hugo Chávez, Fidel Castro, Barack Obama, Sebastián Piñera o Mahmud Ahmadineyad (presidente de Irán), no importa cuál sea el nombre, lo cierto es que se trata de líderes que en términos generales, presentan todos una misma característica: Tienen discurso, tienen cámara y luces encima, pero detrás de ellos, las cosas siguen en una estática preocupante, que no cambia y que no parece querer cambiar.

La curvas de educación o de calidad en la atención hospitalaria siguen en un constante vaivén de ciclos, la libertad de expresión sigue siendo una deuda en varios rincones del mundo y la pobreza aún no desaparece- ni siquiera se ha acabado la miseria- . Los tan manoseados Derechos Humanos- pareciera- sirven simplemente para rellenar una carta reconocida por la ONU o para condenar a los dictadores que conviene condenar.

Mientras en Chile se habla de la importancia del respeto por estos derechos fundamentales, en China se firmó entre aplausos un tratado de libre comercio, aun cuando gente común y corriente sabe que los productos hechos en China vienen de una mano de obra que sufre casi las condiciones de la esclavitud. Muchos de ellos, por cierto, niños.

Venezuela sigue siendo un país pobre, o al menos no la potencia de buen nivel de calidad de vida que debiera ser considerando los recursos que se tienen. Por su parte Estados Unidos tiene a un Novel de la Paz en la Casa Blanca que ha anunciado retiros de tropas en Afghanistán, pero que sin embargo está- silenciosamente- moviendo contingente junto con Israel a la frontera con Irán.

¿Cuáles de estas situaciones representan el verdadero sentir y la necesidad popular de sus representados? ¿Qué, de todo lo que se hace, apunta realmente a mejorar las condiciones de vida de los que más lo necesitan?

Estamos funcionando en un mundo en que los reales intereses que debiera cubrir la política se perdieron. Hoy no existe la política asi como tampoco la democracia.

Se está funcionando en torno a los intereses de conglomerados sociales, empresariales y/o políticos, que luchan por mantener el poder, por figurar y por seguir en las cúpulas para imponer un punto de vista, una forma de hacer las cosas, que se encuentra cada vez más lejos de estar en orden con lo que el simple votante algúna vez quiso.

La democracia como tal ya no existe. Por algo son cada vez más las ONG'S en todo el mundo y eso es algo bueno. El que haya organizaciones que se dediquen, por voluntariado, a cubrir los asuntos que realmente ayudan y producen beneficios para la gente, los animales y el medio ambiente, es una señal de que tan aturdidos no estamos, de que hay quienes se cansaron de esperar por las soluciones y, más allá de enarbolar una bandera de batalla y tirar piedras, actúan concretamente para lograr objetivos.

Que se queden ellos con sus premios Novel, con sus mayorías en las elecciones y sus torres de petróleo. Lo que se tiene que hacer, aunque de a poco, se está haciendo. Lo que nos queda a nosotros como ciudadanos simples, es mucho. Partiendo por no entregar el voto al "menos malo", por ser más exigentes con lo que se nos ofrece y por ser también más activos incluso en nuestro entorno más cercano. El simple ejercicio de saber cómo está nuestro vecino, de hablar cómo están las cosas o de decir que no estamos de acuerdo con algo en vez de quedarnos callados puede tener beneficios directos en nosotros y en los que nos rodean.

De alguna forma hay que comenzar a cambiar. De alguna forma hay que actuar para que no nos veamos total y completamente consumidos por el mundillo de lo superfluo. Sí, el precio del petróleo nos afecta, y también las guerras que pueda haber o no. Pero si empezamos en lo cercano, en lo que parece minúsculo, será mucho más posible abarcar en algún momento lo grande y que por ahora vemos lejano. Hay que trabajar por nosotros y los que vienen, aunque se vea imposible, aunque se trabaje como las hormigas.

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